Territorios 2014
23/05/14
Apareció en AchtungRevista Distopia
Foto: Juan Antonio Gámez
El fenómeno que es Anna Calvi es grande, y ha impactado en los oídos del buen gusto como un rayo. Su sonido es familiar, pero original a la vez; su música parece salida de una película que David Lynch no ha dirigido con banda sonora de Ennio Morricone, y entre los músicos de la orquesta, P.J. Harvey o Dick Dale. Si a esto añadimos que es una consumadísima guitarrista y posee una voz prodigiosa, profunda y expresiva, nos enfrentamos a un tipo de música de tal envergadura que no es apta para corazones sensibles. La elegancia bella, tenebrosa y majestuosa de sus canciones no deja rincones para prosaísmos. A todo esto le unimos sus letras, que tratan de deseos, sentimientos reprimidos y seducción, todo ello rodeándolo de un halo misterio cautivador, podemos caer en el error de que se trata de una artista de culto de esas difíciles de coger el hilo. Sin embargo, su inteligencia reside en alternar temas fáciles al oído, como “Desire”, o expresionistas como “One Breath”, siempre sin pisar el borde de la música experimental, sin que ello la haga caer en ser gran amiga de las radiofórmulas.
Tal misterio encierra su música que
merecía una cita llena de preguntas.
La edición del festival Territorios
de 2014 en Sevilla resultó ser el momento y el lugar ideal. Bajo el sol
hispalense, un muy asertivo representante de pelo oxigenado nos pedía
que no hiciéramos fotos durante la entrevista, que tuvo lugar en un
hermoso huerto de naranjos del Monasterio de La Cartuja. Anna apareció
con pasos lentos, vestida de su habitual rojo y negro, que ya forma
parte de su imagen, desde la portada de su primer álbum. Con
tranquilidad y susurrando respuestas nos explicó más acerca de su
atemporal creación, que comenzó a lo grande con Anna Calvi (2011) y continuó con One Breath (2013).
Foto: Juan Antonio Gámez
Tu primer álbum llevaba como padrino a todo un visionario de la música Brian Eno. ¿Qué crees que vio en tu música?
Creo que le gustó lo romántico y la
pasión que hay en ella, eso dijo. También dijo que mi música le parece
“inteligente”, lo cual es todo un elogio.
Anna comenzó a tocar desde muy pequeña.
Su primera composición, así nos contó, se llamó “Ziggy Stardust and the
Rock from Mars” Así que la siguiente pregunta era obligada:
Has hecho versiones de David Bowie, “Lady Grinning Soul” y “Sound and Vision”…
Es uno de mis artistas favoritos.
Escucho su música desde niña. Es uno de mis artistas favoritos como
cantante, y es increíble como compositor.
Se suele citar una lista interminable de influencias en tu música. ¿Qué piensas de esto?
Se trata de encontrar una expresión,
no de intentar sonar como otra gente. Mis influencias llegan hasta
cierto punto, pero lo quiero crear es mi propia música.
Esto es un hecho indiscutible, Anna ha
creado una voz propia rápida de reconocer más allá de vacías listas de
influencias. Su manera de componer, tiene que ver mucho en ello
¿Sueles componer de una manera específica? ¿Qué es lo que te provoca el deseo de componer?
A veces me inspira algo de música
que escucho de repente, o de una película… o algo inspirador que escucho
de alguien. Otras veces cuando tengo tiempo y me apetece, me siento y
me dedico a ello… Normalmente cojo la guitarra y grabo cantando y
tocando, y de algún modo aparece un tema musical de forma natural, y
luego voy dando forma.
¿Cuál podría ser una de las canciones con la que estés más satisfecha?
Bueno, eso depende, en realidad… Me encanta tocar “Love Won’t be Leaving” en directo. Es diferente cada vez que lo hago…
Tus dos álbumes son similares en sonido, aun teniendo a dos productores diferentes…
Supongo que se trata de una especial de continuación lógica.
¿De qué trata tu música?
Depende de la canción, aunque creo
que se trata de crear una atmósfera en la que adentrarse de alguna
manera para que la música te cuente la historia a través de la letra
hasta transmitir una emoción sincera.
Has creado un sello de misterio en torno a tu creación que se refleja tu imagen, tu música y tus vídeos…
¿Misterio? Sí que lo hay. El misterio despierta la imaginación, y no hay nada mejor que mantenerla despierta.
“The Bridge”, el último tema de tu segundo disco es muy diferente a los demás que habías hecho hasta el momento.
Siempre quise componer una pieza coral. Escuchaba mucho en ese momento a Rachmaninov,
y había visto unas imágenes de un puente derrumbándose, y pensé que era
una imagen de gran belleza, aunque a la vez triste. La imagen encierra
una metáfora cargada de intensidad.
¿Llevan tus canciones un mensaje?
Quizá el de no tener miedo a sentir intensamente.
Dos de tus temas que interpretas, “Jezebel” and “The Devil”, hacen referencia al Diablo. ¿Qué significa para ti?
Me fascina la idea de estar fuera de
control, y, supongo, que veo al Diablo como una especie de metáfora de
esta experiencia; no confiar en ti mismo. Esto puede llegar a ser
fascinante y aterrador, como una especie de álter ego.
¿Hasta qué punto es un condicionante que tus padres sean psicólogos?
Creo que esto me dio la fuerza para
ser introspectiva y emocional y está claro que repercutió radicalmente
en mi manera de expresarme en términos generales, incluyendo mi música.
¿Cómo podemos combinar tu
música, tan introspectiva y profunda y llena de emoción, con tu
vinculación con el mundo de la moda, que siempre ha estado visto como un
entorno trivial?
Sentir elegancia y belleza no impide
poder expresarte, no tiene una repercusión negativa. Para mí, subir al
escenario es una especie de idilio; arreglarme, preparar mi cuerpo, la
manera en que se me va a ver a la hora de esta pasión… Esto me ayuda a
conseguirlo.
Un crítico ha dicho de ti que has nacido para “grabar un gran álbum conceptual algún día”.
Todos los álbumes son conceptuales;
capturan un momento de la vida en la que estás sintiendo ciertas
emociones en concreto, y es inevitable transmitirlas… pero no llegaría a
pensar algo como…”voy a grabar un álbum conceptual sobre gatos”
Sobre tus actuaciones, se ha dicho que eres “intensa”, “seductora”, “sublime”. ¿Hay una intención detrás de todo esto?
No, todo es natural. Creo que funciona, hace que la gente sienta algo.
Con tantas buenas reseñas de tu música en estudio y en directo, ¿cómo llevas la modestia?
Con toda seguridad, no me considero
infalible. Soy muy exigente conmigo misma. No sólo ha habido buenas
opiniones, también ha habido malas. Lo correcto es dejarlo todo a un
lado y ser tu propio juez.
Después de ir de gira tan intensamente, ¿sigues disfrutando de tus actuaciones? ¿Alguna que tengas un recuerdo especial?
Sí, me sigue encantando tocar en
directo. Disfruto sobre todo cuando sientes que la audiencia está
deseosa de ir a una especie de viaje contigo, y tú con ella, y ese
momento está lleno de energía, y no siempre ocurre, pero cuando ocurre,
es algo extraordinario. Me encanta tocar en París. Hace poco toqué dos
noches en Le Trianon, que es un antiguo y hermoso teatro.
¿Alguna anécdota de tus actuaciones?
Lo más fuerte que me ha pasado en un
escenario… Estaba tocando un solo de guitarra, e incliné la cabeza
hacia atrás, tanto que caí sobre la batería… en mitad del solo…Tuve que
seguir con el solo sobre el suelo, e intentar crear algo de aquello. En
ese momento no me di cuenta, pero al salir del escenario, estaba llena
de cortes y moratones. ¡Aquello fue muy de rock and roll!
En el escenario has aparecido vestida de cordobés y con traje de luces.
Sí, alguna vez. Me gustan los
trajes, están llenos de energía y fuerza, y llenos de romanticismo. Me
gusta jugar con qué es sentirse hombre y mujer a la vez. En cuanto al
traje de luces, supongo que me inspiró en algún momento. La verdad es
que no lo pensé demasiado. Simplemente me gustaba. No es que esté a
favor de la tauromaquia, de hecho soy vegetariana.
Se dice de tu música que es como tus mirada, profunda, bella y oscura.
Es importante tener un algo… que
inspire belleza en cualquier cosa que haces, y con esto no quiero decir
belleza física. La belleza puede ser oscura a veces.
A las nueve y media de la noche,
apareció el diminuto volcán de pasión listo para la erupción que es Anna
Calvi en el escenario de Territorios, calzada con unas botas negras,
una camisa roja y un abrigo largo, dispuesta a convertirse en una de las
estrellas del festival. La de Twickenham se mostraba por primera vez al
público hispalense. Comenzando con “Suzanne and I”, Anna demostró que
los escenarios también son suyos, y que despliega más fuerza con gran
soltura en él con sus introspectivas canciones. La banda compuesta por
dos músicos (uno a la batería, otro al teclado y otros menesteres) que
le acompañan también a las voces lo hacen a la perfección. “Eliza” le
siguió con la misma intensidad y ganas. “Sing to Me” trajo un momento
más tranquilo y profundo; sus temas, basados en algo más que en tensión y
liberación cobran efecto en directo también entre ellos, haciendo de la
actuación una experiencia completa. Su música, tan cerebral e
instintiva cobra sentido allí, con Anna, como una especie de Jimi
Hendrix (tal es su estilo tocando) que aprendió a componer como Jeff
Buckley. En “Carry me Over” el micrófono le jugó una mala pasada
enmudeciendo. Mientras se arreglaba, Anna acompañadísima de la banda
improvisa “Misirlou” de Dick Dale and his Del-Tones. Parece que nada
puede con ella allí arriba, que no sea un repertorio limitado por dos
álbumes y el impío horario del festival. Tras “Desire” y la, en ese
momento, contradictoria “Love Won’t be Leaving”, la británica se despide
dejando al público satisfecho y con ganas de más.
Así es como es Anna Calvi; aún con más
prestigio que fama (lo cual le agrada, nos contó) demostró con una voz,
la que escondía durante la entrevista entre susurros y risas tenues pero
cálidas, que es una artista íntegra y honesta. Lo que nos traerá en el
futuro en forma de sonido y sentimientos, nos contaba, ni ella lo sabe.
Difícilmente nos dejará fríos, como aquella noche de mayo nos dejó.