lunes, 18 de marzo de 2013

Syd Barrett Hoy (un ensayo)

 
Hace seis años que Syd Barrett desapareció de esta dimensión, y muchísimos más desde que dejó de ser Syd Barrett y se exilió del resto de la humanidad debido a controvertidos problemas mentales. Sus últimos acordes quedaron grabados en unas sesiones caóticas en 1974, cuando el grupo que formó siete años antes, Pink Floyd, tocó el olimpo de la fama por primera vez con The Dark Side of The Moon. Aquellas últimas sesiones de Barrett, aún inéditas oficialmente y difícilmente publicables, solamente pueden calificarse como desesperadas. No había en ellas ni sombra del genio creador de las cumbres de la psicodelia y del folk-rock que fue en su corta carrera. Eran la crónica de un artista en estado de desensamblaje.


Roger Keith Barrett nació en Cambridge en el año1946. Tuvo la suerte y el mérito de estar a la altura y rodeado de una generación de artistas y músicos bendecidos por su creatividad. Como todos los grandes artistas, Syd supo mirar a todos lados, para así conducir a un grupo, que bajo el nombre de Pink Floyd, pasó rápidamente del rythm and blues hasta los territorios inhóspitos de la psicodelia y casi el rock progresivo. Parecía que aquella generación, heredera del blues y del rock and roll supo hacer desarrollar el pop hasta sus límites. Cream, The Rolling Stones, The Who, The Zombies y The Beatles, son sólo unos ejemplos de cómo aquellos tiempos estaban repletos de creadores iluminados por una fuerza creativa que parece no haberse repetido.



Syd fue la fuerza motriz de obras imprescindibles e imprevisibles como los sencillos “Arnold Layne” y “See Emily Play”, a los que siguió un álbum, la obra maestra The Piper at The Gates of Dawn. Desde entonces, y a pesar de que Syd se ausentó totalmente del mundo de la música, no dejó de ser el espíritu creativo tras el sonido Pink Floyd, sin desmerecer en absoluto el genio y originalidad de los líderes de la banda que le siguieron, Roger Waters y David Gilmour.



Cuando la fama mal digerida por su fragilidad mental (nadie dijo que fuera fácil) y el uso y/o abuso de sustancias psicotrópicas empezaron a hacer peligrar el futuro de banda, Syd tuvo que dejar Pink Floyd. Sin embargo, la historia y la leyenda crecieron con sus dos álbumes en solitario (The Madcap laughs y Barrett, ambos en 1970) hijos de unas sesiones tan difíciles como brillantes, auspiciadas bajo el sello Harvest, filial de EMI, que sin duda fue una de las precursoras de los inabarcables sonidos de la etiqueta “rock independiente”. Syd y otros artistas de Harvest, como Kevin Ayers, se convirtieron en referente sónico de futuras generaciones de músicos.


Con nada más que tres álbumes y tres singles, y apenas cinco años como músico profesional, las décadas que han seguido han traído versiones de sus temas, homenajes a su figura, discos tributo de las bandas más impensables de todo el mundo, y recopilatorios de su obra que esquivan mostrarnos aún la totalidad de su obra, y que demuestran que el legado del genio de Cambridge sigue creciendo junto a su leyenda. Parece que no sobra mencionar (por vivir en una sociedad como la de hoy, que disfraza el morbo valores morales e información) que las creaciones de Syd no son debidas al consumo de sustancias psicotrópicas. Si nos dejamos llevar por este planteamiento ridículamente simplista, estamos pasando por alto las numerosísimas referencias literarias y musicales de un genio. Yendo al sitio apropiado (y equivocado), encontrarás a una miríada de músicos que consumen este tipo de sustancias, y no serán capaces de conmover como Syd Barrett podía llegar a hacer con una guitarra acústica y nada más.

Hoy en día, el monstruo del sonido sobreproducido en horrores electrónicos de estudio de grabación, el desenfado de plástico, y la pornografía encubierta del videoclip, nos produce asombro y horror a aquellos que desde la distancia vemos cómo lo comercial ha arrasado en los medios de comunicación con la creación artística, cuando, sin embargo, ambas convivían perfectamente hace años. El futuro y el presente del pop y el rock, y de la música de calidad, entendiendo esto como aquella que perdura de algún modo u otro con nosotros, ha quedado relegado a los sellos independientes, deudores del espíritu creativo con el que Barrett (con y sin Pink Floyd) se aproximó en todas sus creaciones, tan valientes y tan diferentes unas de las otras. 
Se podría concluir por todo esto, que es necesario aproximarnos a estos circuitos de música en los que como Syd, se crea en libertad, sin ataduras de mercado. Un lugar donde las estrellas brillan, pero no en la televisión.

 
Antonio Jesús Reyes, estudió Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla y ha publicado en numerosos fanzines y revistas acerca de música y literatura. Recientemente ha colaborado en The Complete David Bowie, por Nicholas Pegg. Por casualidad, acabó viviendo en Cambridge, donde (también por casualidad) entró en el círculo de amigos y familia de Syd Barrett, del que era fan desde muy pequeño. Allí empezó a gestarse la idea del blog SOLO EN LAS NUBES, y algún proyecto más. Éste nace por la ausencia total EN ESPAÑOL de información (noticias, curiosidades, etc.) acerca de la vida y la obra Syd Barrett. Bajo este objetivo, subayce el de unir a los fans hispanohablantes del mundo. Como tiene que ser.

martes, 12 de marzo de 2013

South Pop Sevilla 2010

 

Sala Malandar, Teatro Alameda
Sevilla
25-27/03/2010
Apareció en TRIPLE F

A finales de marzo, la ciudad de Sevilla fue testigo por sexto año consecutivo del Festival de Música Independiente de Sevilla, South Pop. Ya van once ediciones de este Festival que se celebra en varias salas de la capital y tiene como epicentro el Teatro Alameda. Este año (como casi todos los demás), el cartel estaba lleno de nombres de artistas y bandas desconocidas para la mayoría de melómanos de a pie. Esto es parte del encanto del Festival, aunque pueda causar ciertos perjuicios. Y es que la música Indie parece estar exclusivamente ligada a un sonido no comercial y asociada a ciertos movimientos estéticos, o bien a música para principiantes o de vanguardia en el peor de los sentidos. También el fenómeno festival está ligado a descontrol y falta de esto y de lo otro… Se demostró de nuevo que esto no es así en el South Pop; el elenco de artistas de este año y la impecable organización del evento lo confirmaron.

Anntona

El Festival comenzó en la Sala Malandar con las actuaciones de Anntona, guitarrista de Los Punsetes, con sus canciones profundas en apariencia superficiales y de canciones superficiales en apariencia profundas. Les siguió en esta primera noche, el pop energético y las fantásticas armonías vocales de Charades.
En el Teatro Alameda, la noche siguiente comenzó con el dúo alemán Stereo Total, que hizo bailar a los asistentes con sus temas de su recién estrenado Baby Ouh!. Le siguió ni más ni menos que el insigne Señor Chinarro, esperando aún el reconocimiento que su calidad y veteranía le han hecho merecedor desde hace muchos años. La actuación de la banda sueca Lacrosse no fue sino un asalto al público allí presente: su ritmo trepidante y sus melodías hicieron bailar a todo el Teatro Alameda excepto deshonrosas excepciones,
que fueron pocas. Tanto Françoise & The Atlas Mountains como Klaus & Kinsky, con su pop brillante y electrico, aunque de manera diferente, demostraron cómo se hace y se presenta en directo música de alto calibre, agradable y original, de la que estarías todo el día escuchando. Broche de oro.

The Hidden Cameras
Nitoniko y su pop electrónico y pegadizo de melodías para almas sensibles y sensibleras abrió el segundo día. Los parisinos Exonvaldes demostraron cómo se deben mezclar el folk y el pop, y llegaron a cantar una canción a cappella, algo que hoy en día resulta tan en desuso como impactante. El más multitudinario de los conciertos fue el de Los Punsetes, que con su apoteosis de pop guitarrero y el hieratismo de su vocalista, no decepcionaron a nadie. La profesionalidad y saber hacer de The Hidden Cameras llegó hasta tal punto que todos sus componentes tocaron (y bailaron) uno de sus brillantes temas con los ojos totalmente vendados. Zombie-Zombie cerraron la noche, que no fue la última… al día siguiente, Southern Arts Society tocaron en la Sala Obbio, calentando motores para su actuación en Benicassim este verano.



Y todo esto gracias a la sabiduría y buen gusto de Green Ufos, que desde hace más diez años distribuye música independiente y organiza eventos como éste. No es de extrañar que se vendiera casi la totalidad de los abonos de nuevo. Si de verdad os habéis quedado con las ganas de haber ido al South Pop este año… os recordamos que, desde hace no mucho, se organiza cada septiembre el South Pop Isla Cristina. Por algo será. Su cartel estará lleno de sorpresas aseguradas y placeres desconocidos...



lunes, 11 de marzo de 2013

Suede en Razzmatazz 26/11/2010. Amago de despedida.


Razzmatazz
Barcelona
26/11/2010
Apareció en TRIPLE F

Para los seguidores de Suede y los amantes de la música de hoy y de siempre, el concierto del pasado 26 de noviembre fue una oportunidad irrepetible; se trataba de uno de los últimos conciertos que la banda londinense ha dado para terminar su carrera. No habrá más álbumes, no habrá más directos. Dos
semanas después, el 7 de diciembre, se despidieron en el O2 de su ciudad. ¿Nos volverán a sorprender con una nueva vuelta?

La banda surgió en 1989, para poco después deslumbrar a público y crítica desde su primer álbum, haciéndose más grandes cada vez que se presentaba un problema interno. Arropados injustamente con la etiqueta del Britpop (ya que sus raíces musicales no eran los 60, sino el pop-rock de los 70 y 80) han llenado el panorama musical de himnos urbanos decadentes pero elegantes, baladas sangrantes, guitarras serpenteantes y una lista increíble de las mejores influencias (Bowie, Morrisey, Roxy Music, Brian Eno, Scott Walker…). Y lo que es más importante, un sonido propio.


Lleno completo en la sala Razzmatazz de la ciudad condal. No era para menos. Una gira de despedida que en un principio iba a ser un solo concierto en Londres y un repertorio que incluiría la mayoría de sus grandes éxitos. Los seguidores de siempre y los de ahora no podíamos pedir más. La banda al completo invadió el
escenario tras un extracto del Koyaanisqatsi de Philip Glass. Vestidos casi totalmente de negro, la formación que ganó la improbable reencarnación del grupo con el exitoso Coming Up, abrió la velada con la energía
insondable de This Hollywood Life, y un con una certeza: el espíritu y la fuerza creativa de Suede se llama Brett Anderson. Desde los temas más potentes (Trash, Obsessions, Animal nitrate) a las baladas más quebradizas (Pantomime Horse, By the Sea, The Wild Ones), Brett supo cómo llegar al público, no sólo
con su voz, merecedora de la carrera en solitario que ya cuenta con tres álbumes, sino que como siempre, en este ímpetu de conexión con sus seguidores, estrechó las manos de las primeras filas en numerosas ocasiones. Fue así como contagió a un público preparado para el evento, entregado al canto de cisne en España de una banda que marcó vidas y la música de los noventa. El concierto fue un ejemplo de cómo enloquecer al público. Brett se movía por el escenario, bailaba y cantaba como si no hubieran pasado esos veinte años de buena música.

La banda al completo, otoñada, abarrotó el Razzmatazz con éxitos, caras B, todos ellos favoritos al fin y al cabo, y con un público que se sabía cada acorde y cada palabra de cada canción. Y todo con un sonido sencillo y directo, como el de aquel primer álbum que nos deslumbró a una generación entera, aún desconocedora de la falta de creatividad de la que adolece la música anglosajona de hoy en día.

La despedida fue corta; una alabanza al público y a la ciudad y un “ésta es la última gira que vamos a hacer”. Broche de oro en España a una banda que los ha visto en innumerables ocasiones. Desde el 7 de diciembre, Suede ya no existe, dejando a muchísimos fans con ganas de más, en el mejor de los sentidos.

Suede nunca fueron un grupo de segunda fila, ni en estudio, ni en directo. Sí lo son de segunda generación; lo que sus influencias dejaron por hacer, los londinenses lo terminaron de forma brillantísima. Desde sus tronos, gente como Bowie o Morrissey o Scott Walker se estarán mordiendo las uñas por no haber escrito, como escribieron Suede, canciones de tan hondo calado como las que presentaron en este inolvidable recital.