Apareció en DECIREVES (Enero 2014)
Esta es la historia de una banda de Sheffield, la ciudad de
la fábricas de hierro y acero, que llevó al estrellato una canción que trataba
de ser gente corriente. A finales de los años setenta, y con la industria de la
ciudad en declive, comenzó a un proceso de quince años que llevó al siempre
líder, Jarvis Cocker desde mil fracasos hasta la fama. Todo empezó con Jarvis,
a los catorce años, y con nombres como Arabicus, Arabicus Pulp, y al fin, Pulp,
como homenaje a la película de 1972 con Michel Caine. En tres años, y con
Jarvis y el guitarrista Russel Senior como núcleo del grupo, consiguieron un
sueño hecho realidad, que era el de tocar para las sesiones del visionario de
la música llamado John Peel. La actuación les aseguró una enorme fama local que
se apagaría rápido. Aquello fue en 1981. Dos años más tarde llegó It,
primer álbum, que fue un trabajo acústico que sonaba como a un jovenzuelo Scott
Walker cantando folk y desafinando de vez en cuando. Sin embargo, tiene un
encanto amateur que atrae; mejores discos y mejor grabados hemos borrado de nuestras
mentes para siempre. Para nada está exento de encanto este It, y temas como “Blue Girls” y “Boats and Trains” lo atestiguan.
Los siguientes años traerían mucha creatividad y
originalidad, así como desgracias; un local entero peleándose durante un
concierto, o Jarvis cayendo desde un tercer piso por intentar impresionar a una
chica, por lo que tuvo que pasar dos meses en una silla de ruedas, eso sí, cumpliendo
con sus actuaciones en directo. Y ahora, su suerte en Fire Records, con singles
como "Little Girl (With Blue Eyes)”, no daba signos de que la suerte del
grupo fuera a cambiar. Hete aquí que Freaks
(1987) daba una de cal y otra de arena. La mitad bien podría haber entrado en It, sin embargo la otra mitad es oscura
y sombría, como la bipolar “Anorexic Beauty” o “The Never-ending Story”. Y es
que, claro, cuesta abajo y sin frenos, un grupo no puede intentar dejar buena
impresión en una discoteca con una canción llamada alegórica “Death Goes to the
Disco”.
¿A dónde nos encaminaría Separations?
Grabado en 1989, en este punto, la banda ya había tenido mil encarnaciones, con
Jarvis y Russel perennes, y hasta se había llegado a disolver por un breve
espacio de tiempo. Con su Cara A más experimental, y su B orientada a las
pistas de baile, Pulp nos dejaba con un trabajo menos psicótico que Freaks, pero igual de disfrutable. Además
de “Countdown”, una apuesta muy comercial y brillante, Separations incluyó el single “My Legendary Girlfriend”, onírica,
misteriosa y pop, y sus cerca de siete minutos que les llevó a ser single de la
semana en NME. Buenas noticias al fin, de no ser porque el álbum de estos
singles tardó tres años en ver la calle. También es el fin de una etapa; la
esencia de los anteriores, su encanto estridente sin que mediara voluntad, desaparecería
para bien o para mal. Esta cualidad casi inefable les pone en la lista de ser
de los primeros en echar mano cuando tenemos etapas en las que nuestros
artistas musicales preferidos nos están cansando.
Luego llegó aquello del Britpop (aún en bambalinas, era
1992), con Suede, Oasis, Supergrass, Elastica, Blur, con los setenta, los
sesenta, los Smiths y los Stones Roses por bandera Union Jack. Pulp, sin embargo, estaban bien lejos de las
influencias que eran más evidentes en los demás. ¿Quién se acordaba de, por
ejemplo, Scott Walker? En este año, Fire Records hizo coincidir la aparición de aquel
Separations con His ‘N’ Hers, el álbum con el que Pulp, ya en Gift Records, se
subía al carro de aquel movimiento. Desde el primer al último tema, y gracias a
la producción de Ed Buller, His ‘N’ Hers
es su primer álbum lleno de confianza, dinamismo y brillantez palpables. Jarvis
baja de los temas universales para tocar tierra con anécdotas e historias a las
que, al menos en apariencia, se les huele algo de biográfico o autobiográfico.
El voyerismo de “Babies”, la demolición personal de “Razzmatazz” y “Lipgloss” o
la segunda persona del singular en “Do You Remember the First Time?” les acercan
al público, al que parce que están componiendo su banda sonora vita.
Y Jarvis Cocker haciéndose un sex-symbol; largo, canijo, con
gafas a lo Seguridad Social de Reino Unido de montura negra, negrísima y
enormes lentes de alta graduación… Así es el mundo de la música, amigos. Éxito
de ventas, crítica y público en los conciertos. Llegó el momento del single que
se tornó himno de la clase trabajadora en mayo de 1995, es decir, “Common
People”, el momento de ridiculizar a los snobs de la clase alta haciendo su
estupidez evidente, y de cantarlo marcando historia en Glastonbury, donde
sustituyeron a los Stone Roses, para lamento de pocos, que además no estaban
atentos a cómo se le caían los pétalos a las rosas pétreas. “Common People” trata de una chica adinerada de
Grecia que Jarvis conoció cuando estudiaba cine en Londres, siete años antes.
La muchacha había decidido vivir en Hackney y “vivir como la gente corriente”:
Conocí a la chica de la canción hace mucho tiempo, cuando estudiaba en
St. Martin's College, en una clase de escultura, durante la quincena en la que
alumnos de distintas disciplinas exploran otras. Yo estudiaba cine, y ella
había estado haciendo algo de pintura, y los dos decidimos hacer escultura
durante dos semanas. No sé su nombre. Sería por 1988, así que retomar aquello
fue como escribir Historia Antigua”. Jarvis en NME, 2013
Con el sarcasmo como arma, Jarvis ridiculiza la actitud de la
chica dirigiéndose a ella, que no optaría por vivir todas las miserias que vive
el ciudadano de a pie, y de hacerlo, siempre habría un teléfono cerca para llamar a papaíto. El
videoclip, con de gente corriente y no corriente en loops de cortos movimientos,
tampoco tenía desperdicio. El título casa con el del álbum en el que se
incluyó, Diferent Class (1995), de
doble significado, es decir diferente,
referido o no a la clase social.
Dentro de esta especie de lucha (relativa) entre arriba y abajo está la
anécdota ocurrida en la entrega de los Brit Awards. ¿A cuento de qué invitaron
a Michael Jackson? Allí estaba él, autodenominado rey del pop, entunicado en
plan mesías de nada, lavando su pedofilia con ecología. En plena actuación, un espontáneo
saltó al escenario brevemente y bailó de manera cómica, discordante con toda la
gloria de cartón que había allí montada. Era Jarvis, que así rompía la
solemnidad vacua de la actuación del americano, que le costó pasar la noche en
una comisaría. En primera persona, se explicaba así:
"Lo que hice fue como protesta a la imagen que Michael Jackson
tiene de sí mismo, como una especie de Jesucristo que tiene el poder de curar.”
Lejías a parte, el eco del éxito de Different Class llega hasta nuestros días, y es el más celebrado de
Pulp, el más accesible, el más rápido, que no desmerece a temas como las
preguntas de hondo calado de “Something Changed”, el llenapistas “Disco 2000” o
el fetichismo de “Pencil Skirt”, de muy pocas dobleces.
La fiesta que fue el Britpop se acababa. Los músicos
empezaron a separarse, a cambiar erróneamente o tenérselo creído al inflar los
esquemas. En este contexto, en 1998 aparece This
Is Hardcore, como si fuera el ruido de fondo de una resaca vital. Número
uno en ventas, y éxito de críticas de nuevo (Different Class se quedó en el dos en muchas listas). Con más o
menos tragedia o ironía, el disco trata de envejecer, los efectos de la droga,
rupturas, pornografía, y al fin y al cabo, el precio de la fama. Esta “banda
sonora de la guarida de un soltero” es enorme en composición y producción (algo
inflada también, en momentos), pero diferente a su anterior. Disfrutarlo
entendiendo de qué trata no es una labor fácil del todo. Sin duda el tema que
da título al disco, junto con “Help the Aged”, la infravalorada “Sylvia” o “Like
a Friend”, tema que quedó para la
película Great Expectations (que no es
ni más ni menos que la descripción de esa relación en la que no te deberías
haber metido) seguían dando la razón a Jarvis y los suyos. En este punto Russel
Senior no estaba de acuerdo del todo, y dejó la banda.
Y luego, ocurrió lo que nadie esperaba. El esquivo Scott
Walker accedió a producir un trabajo para Pulp que se llamaría We Love Life (2001). Contra todo
pronóstico, ni de lejos llegó a las ventas de sus dos anteriores trabajos, y
sin embargo la crítica lo sigue tratando bien, pese al cambio de sonido del
grupo. Quizá olvidando de dónde viene el grupo, de cómo lo hemos endiosado,
podremos disfrutarlo como merece de una vez por todas. “The Trees” no fue un
buen single de presentación. Para cuando “Bad Cover Version”, con su mofa de
las canciones tipo “Do They Know It’s Christmas” o “We Are The World” salió, ya
era un poco tarde. Y la banda, habiendo tocado otra cima de creatividad y
éxtasis con “Sunrise”, se separa.
Los dos álbumes en solitario de Jarvis (Jarvis y Further
Complications, en 2006 y 2009) corrieron la misma suerte que We Love Life… Y llegó el regreso. Desde
mayo de 2011, y hasta diciembre de 2012 Pulp recorrieron los escenarios de varios
continentes. Acabaron la gira en la misma ciudad donde empezó este artículo (bueno,
en realidad luego tocaron en Jamaica y Las Bahamas pocas semanas después) en
una Sheffield cuya economía se encuentra en una mejor situación. Esperamos que
el futuro incierto de la banda nos traiga más conciertos, y discos si es
posible, con nuevas historias de esas que pueden ser la tuya
y la mía.
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