Repasando la obra de Karl Bartos con respecto a su trabajo en Kraftwerk,
nos pueden dar vértigo las conclusiones a las que podemos llegar. Antes
de la llegada del músico de Berchtesgaden, Hütter y Schneider,
fundadores de la banda, habían publicado cuatro grandes discos jamás
vueltos a editar oficialmente con los que consiguieron fama en el
circuito de música experimental, dentro de la emergente etiqueta del
Krautrock. Bien es cierto que Autobahn (1974), aún sin Bartos
como integrantedel grupo, dio a los alemanes un éxito internacional más
allá del atlántico. Sin embargo, la carrera de los muchachos de
Düsseldorf iba cuesta abajo en lo referente a ventas; aunque sus dos
siguientes álbumes, Radioactivity (1975) y Trans-Europe Express (1977), tienen su sitio en las cimas de la creatividad de la música
electrónica y no electrónica, la banda estaba desapareciendo en las
listas. Tras éste último, los alemanes, dejaron a Karl Bartos (que junto
con Wolfgang Flür estaba se encargaba sólo de la percusión electrónica)
ayudar en las actividades compositivas, dando un nuevo giro al sonido
de la banda. Los temas que dejó en las cintas magnéticas del estudio
Kling Klang conformaron géneros como el techno-pop, el synth pop y el
electropop, dejando el Krautrock definitivamente atrás. Entre estos
temas están ni más ni menos que “The Robots”, “Metropolis”, “Neon
Lights”, “Numbers”, “Pocket Calculator”, “Home Computer”, “Tour de
France”, “Musique Non Stop” y “The Telephone Call”. Depeche Mode, The
Human League, Eurythmics, Moroder, Hidrogenesse, Daft Punk, Air y la
escena electrónica de baile son sólo unos pocos herederos de los
Kraftwerk de la época de Bartos. Así que de un artista de este calibre
estamos hablando. Tras publicar el gran acierto que fue The Mix en 1991 (cuyo título debería haber sido The Remake,
porque son clásicos rehechos), Bartos dejó la banda, incapaz de
aguantar lo dolorosamente lento que se convirtió el proceso de crear con
ellos.
En definitiva, ¿qué senda ha seguido Kraftwerk sin Bartos? Con Hütter y Schneider de nuevo frente a las labores compositivas (lo que los críticos no deberían llamar “los líderes de Kraftwerk”, sino sus dueños)
la banda se dedicó a seguir dando conciertos y a publicar con enorme
lentitud temas indignos de ellos como “Expo 2000”, y el soporífero álbum
Tour De France Soundtracks, en la que mancillan el maravilloso “Tour de France” coescrito por Bartos,
en 1982. Ahora, la máquina acabó comiéndose al humano, y lo que eran
melodías de una frialdad hermosa, se quedaron en pura percusión
incesante. Lamentable declive, difícilmente entretenido.
¿Y qué fue de Bartos sin Kraftwerk? Desde que Bartos dejó el grupo (sin que se le diera crédito por su trabajo en The Mix)
se adentró en varios proyectos más cercanos al pop rodeado o rodeando a
grandes colaboradores, para más tarde volver a la senda electrónica
pura y dura con Communication (2003), que nos devolvió a la
máquina humana con ritmos, melodías y voces robotizadas.
Ahora, Bartos
nos presenta un disco más que notable llamado Off The Record, que
no es un producto nuevo al cien por cien, ya que ha hecho uso de las
anotaciones y grabaciones de sus composiciones que abarcan varias
décadas, con las que consiguió un diario musical escrito y grabado.
Bartos no recibió bien al principio la sugerencia por parte de la
discográfica de usar este diario, no obstante, cuenta el músico, le ha
dado satisfacciones tales como la oportunidad de “producir al joven
Bartos” y, pensamos más de uno, de obtener el que quizá sea su mejor
álbum. El proceso empezó llevando todo tipo de grabaciones desde diversos formatos al ordenador, y una vez con estos souvenirs sonoros al alcance en modo digital, Bartos comenzó a completar, componer y producir.
El álbum empieza fuerte con un monumental tributo al símbolo de la Exposición Universal de 1958 en Bruselas, “Atomium”,
y en las anotaciones de Bartos, nombres como “El Rito De La Primavera”
de Stravinsky, Witold Lutoslawski y Bernard Herrman. “Atomium”. La
melodía de “International Velvet” (Otra modelo en una canción de Bartos) viene de un ensayo de Kraftwerk en el Hammersmith Odeon en 1981. Suena a “Kelly Watch The Stars” de Air, pero Air suena a Kraftwerk muchísimas veces por los cuatro costados. El tema más comercial podría ser “Without A Trace Of Emotion”, en la que explora su agridulce sentimiento de estar unido de por vida a la imagen de la portada de The Man Machine de Kraftwerk. Ahora con la de Off The Record estará unido también más a la de Computer World,
con él en la portada con rasgos de supermarioneta de los Thunderbirds.
“The Binary Code”, de principios de los noventa, es un breve experimento
sonoro de evocar de manera sonora el vuelo de una bandada de aves, con
Debussy en mente. “Musica Ex Machina” tiene su origen a principios de
los ochenta. Ya en los noventa, su base fue usada en dos de los
proyectos de Bartos bajo el nombre de Elektric Music y
Electronic, banda en la que brevemente cohabitó con Johnny Marr y
Bernard Sumner. “The Tuning Of The World” tiene como inspiración a Dios,
la muerte, el arte y el amor y a Laurie Anderson. Un emotivo tema que
haría las delicias de Isaac Asimov, con Bartos poniendo voz a una
máquina que canta y suspira que “ojalá pudiera creer en Dios / la vida
sería un lugar seguro / construiría mi hogar en terreno firme. / Es
difícil comprender / por qué unos creen y otros no./ ¿Quién es el que
afina el mundo?”. “Instant Bayreuth”, que tiene su origen en 1970, tiene
como objetivo, que consigue, el de recrear el sonido y espíritu de
Wagner de manera electrónica. “Vox Humana”, sin estar carente de
interés, quizá sea el punto débil de Off The Record. Se trata
de un collage de ritmos e idiomas cuyo mensaje es “La voz humana es el
instrumento músical más expresivo”. “Rhythmus” nos devuelve al “Numbers”
de Computer World de Kraftwerk, aderezado con un polymoog. Y como antesala del último y pegadizo tema, “Hausmusik” (del que cuenta Bartos que a un miembro de Kraftwerk le sonaba a Mozart) está “Silence”, seis segundos de música ambiental.
Volver atrás y retomar el trabajo dejado
a un lado puede ser una falta de imaginación por no saber cómo seguir
adelante. Si esto es así en el caso de Karl Bartos, nos da exactamente igual, porque su naturaleza hace Off The Record una obra ecléctica y por la del compositor, excitante, y no sólo para los fans de Kraftwerk. Off The Record se sostiene por sí mismo y por su herencia recibida.
Los riffs, acordes, ritmos y demás anotaciones sonoras dejadas atrás
bien merecían una segunda oportunidad, que provoca echar de menos a los Kraftwerk de Bartos,
es decir, cuando tenían canciones palpables y no aburrían como ahora,
afrontémoslo. Por eso, Con Karl preparando nueva gira, recibimos con
curiosidad, pero no con esperanza, los rumores de nuevo álbum de Kraftwerk sin nuestro robot favorito… eso sí, no faltaremos al Sonar de Barcelona a verles en directo tocar sus canciones de siempre.
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