La noche del 30 de enero prometía y
mucho. Ni siquiera el interesantísimo (no para todos) partido que ponían
en televisión pudo evitar que la conocida Sala Cero,
dedicada al teatro sobre todo, se llenara casi por completo para ver a
un sueco que canta folk americano mejor que muchos americanos. Todo
gracias a Green Ufos, la distribuidora de música independiente
que lleva más de una década trayéndonos música de primera y organizando
eventos de grandes artistas conocidos y/o aún por conocer. Green Ufos
conmenzó en Alcalá de Guadaira, dedicándose a la venta por correo y
organizando conciertos. El Ovni Verde creció y fueron llegando más
sellos, convirtiéndose en una de las distribuidoras independientes más
importantes del país. Y a Sevilla (e Isla Cristina) las tiene bien
mimadas con su South Pop.
Christian Kjellvander es bien digno de Green Ufos, por eso no es la primera vez que pisa Sevilla. En activo desde 1995 con The Loosegoats, luego con Songs of Soil, en 2002 empezó una carrera con pocos discos, pero grandes. Su último parece ser el más brillante. Se llama The Rough And Rynge (2010), y fue grabado en cinco días en un granero que él mismo reconstruyó en Suecia, cuyo nombre es Rynge Castle. Christian, como si le hiciera falta, se justifica de este modo:
“Con la tecnología de hoy en día,
cualquiera puede grabar como Los Beatles. Lo difícil es hacerlo como The
Velvet Underground.Los discos no son, ni deben ser, ni más ni menos
que reflejo del momento”.
Dos referencias musicales contrastadas, y que nada tuvieron que ver con lo que los no futboleros disfrutamos en la Sala Cero. Christian Kjellvander
llevó a cabo una sobria y exquisita interpretación de los temas de sus
discos con una guitarra, pocos pedales y poca luz. Y no hacía falta más.
La voz grave y suave del sueco vibró e hizo vibrar con sus letras,
evocadoras, esclarecedoras, bellas hasta el dolor en algunos momentos.
Rara es la combinación del sonido de Kjellvander, que
es capaz de unir folk, country con cierta sensibilidad pop que no suena a
uno de esos prosaicos cantantes americanos barbicanos o de esos otros
de pantalón bien ajustado que a media canción ya te tienen aburrido.
Ataviado como si hubiera salido de Rynge Castle, Kjevallender, que llegó a telonear a The Cardigans deslumbró con letras como la de “No Heaven”:
“El cielo no existe
Sólo más autopistas y hombres solitarios.
No existe el paraíso
sólo días y noches buenas”
El barítono empezó a refulgir con “Trasanlantic”, que abre The Rough And Rynge, acercándose al final a los pedales, añadiendo electricidad al momento. También entraron en el repertorio temas de The Loosegoats, como “Drift From The Tracks”,
y su evocador comienzo “Hay una luz al final del lago…”, dándole algo
de más movimiento al repertorio, en contraste con la siguiente, “Until The Mourning Comes”, de una belleza robusta y delicada, como la voz de Kjellvander. “Drunken Hands” parecía marcar el final del repertorio del sueco. No fue así. “Long Distance Runner” cerró una noche de mayúsculas.
Saliendo de la sala, CDs del artista bien servidos por los chicos de Green Ufos
situados junto al bar. Cuando un recital merece la pena, no hay nada
como, a pesar de los pesares de los tiempos que nos hacen vivir, comprar
algo, y encima a buen precio. Kjellvander aparece de
repente bebiendo lentamente en la barra en la barra mientras. Sonríe y
firma amablemente dedicatorias. A la salida unas chicas: “Se creerá que
somos unas locas” a lo que otra le contesta “Normal, si la última vez
que le vimos en concierto le seguimos por toda la ciudad”.
Una vez en casa, la atenta escucha del
disco. Da gusto un álbum así, sin que abrume la producción. Es todo un
ejemplo de sencillez y sentimiento sin sentimentalismo barato, sin
recurrir a temas desgastados. También el intimismo del directo que
acabábamos de escuchar está plasmado en The Rough And Rynge. Es
un álbum especial, de esos de los que gusta escuchar en la soledad de
la penumbra del salón, en absoluta tranquilidad, sintiendo las
agridulces carreteras de Norteamérica en los surcos del disco.
Ni por asomo nos preguntamos quién ganó aquel partido. La goleada fue del sueco más americano que los americanos.
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