Con Andrés Herrera "Pájaro" y el ilustrador Juan Miguel Moreno Yagüe |
Por Dr. Charles 25/06/2014
Apareció en 8Pistas
En nuestro país existen grandes plumas en la crítica musical. Hace poco leía
en el libro de Ignacio Juliá “Artículos y entrevistas (1982-2004)” que
en uno de sus debates televisivos había tenido que escuchar la típica frase por
parte de uno de los contertulios “la crítica rock está en vías de extinción,
las nuevas generaciones de escribas han rebajado el listón profesional
escribiendo reseñas y crónicas a cambio de discos y conciertos, son
manifiestamente incapaces de elaborar un artículo de fondo“. Según el propio
Ignacio este fue uno de los motivos por el que se decidió a terminar ese
compendio de su propia obra en forma de libro, para mi gusto muy recomendable,
aunque a veces peca un poco de egocéntrico.
Como profesional dedicado a esto durante años y padeciendo los males de esta
profesión desde que tengo uso de razón, no tengo más que negar dicha frase. Me
parece que ninguno de nosotros quiere eso y que hay grandísimos profesionales
trabajando en activo, más o menos conocidos, pero que por desgracia se ven en
la tesitura de asimilar una serie de condicionantes si quieren seguir
curtiéndose como periodistas. Porque en una cosa sí que estoy de acuerdo con
Ignacio Juliá, el creé en la inducción más que en la deducción. Por eso hoy os
presentamos, con una sugerente entrevista, a una de esas plumas que nos
deleitan cada día con sus palabras y que desgraciadamente, como suele ocurrir
en este país, es mayoritariamente desconocido incluso para sus propios
lectores: Antonio Jesús Reyes, director de Sólo en las Nubes, redactor en Achtung!,Distopía yDecireves, y coescritor de El Tormento del Erizo, su
primera obra literaria.
8Pistas: Lo primero que nos interesaría saber es como llega alguien a
convertirse en periodista musical. ¿Qué proceso vital necesita una persona para
llegar a la conclusión de querer dedicar su vida a investigar y compartir su
visión de esta maravillosa locura que es la música?
AJ: Tenía que ser esto y no otra cosa. Como entretenimiento principal
siempre he tenido la música. Eso me llevó a leer críticas. Un paso más allá fue
darme cuenta de que muchas parecían un tratado de física cuántica más que un
relato de qué ocurrió y cómo, es decir, que me sentía frustrado cuando yo
presenciaba esos eventos y lo que leía era una mera descripción fría y sosa.
Desde siempre había fantaseado con escribir crónicas musicales y reseñas de
álbumes, por eso siempre las había hecho mentalmente, de modo que cuando
comencé a escribir, me di cuenta de que ya tenía tablas… De todos modos, yo no
di el primer paso. Primero fue Decireves de México, luego Achtung Magazine de
Galicia, quienes habiendo visto mi trabajo del blog de Solo en Las Nubes, me
ofrecieron un espacio. He tenido suerte con ellos, y pienso que estoy apretando
las teclas correctas… por ahora, porque hay que seguir aprendiendo siempre. Lo
que hoy a mí me vale, quizá mañana ya no me satisfaga.
¿Compensan las miles de horas frente al ordenador? ¿los cientos de
horribles discos que habrás tenido que escuchar? ¿las decepciones casi
continuas con los distintos estratos de la industria musical?
Sí que compensa cuando transmites algo, no mera información ni comentarios
pretenciosos y ocurrencias que no tienen gracia. Cuando alguien me ha dicho “Es
como si hubiera estado allí”, es que he hecho bien mi labor, y no es fácil, de
hecho no deja de sorprenderme, porque me parece una tarea imposible.
Evidentemente, tengo que modular mi entusiasmo cuando la actuación no es
merecedora del público. Ocurre poco, pero lo hago notar de una manera u otra.
En cuanto a discos horribles, no recibo ninguno de ninguna discográfica.
Sobre todo escribo acerca de artistas que ya conocía. Digamos que soy más de
música regressive. Avanzo en el tiempo, pero a pasos pequeños, y esto
sólo ocurre cuando veo una actuación de algún artista actual que de verdad me
llega, como por ejemplo Marina Gallardo. Cuando me he visto en la obligación de
ir a un festival de artistas actuales en el que apenas conocía a casi ninguno,
me he tenido que poner bien las pilas antes, durante y después. Me he llevado
muy gratas sorpresas, por supuesto.
Decepciones con ciertos estratos de la industria, sí. Hay una especie de
pseudoseñorío en ciertas personas que no comprendo, porque en realidad, ellos
son los que no comprenden que cuando un crítico va a un concierto, no nos
engañemos, no significa que vaya a disfrutarlo como el que está al lado. Tienes
que tomar notas, luego en casa rellenar lagunas mentales, grandes lagos, mares
y océanos para llegar a eso que en realidad quieres contar… Es un
trabajo que requiere concentración y memoria, algo que en ciertas ambientes de
celebración, es dificilísimo de cultivar.
El blog, que ya tiene cuatro años, surgió como manera de llenar el vacío que
hay en español en internet acerca de Syd Barrett, miembro fundador y alma mater
de los comienzos de Pink Floyd. Empecé colgando un par de curiosidades, pero
muy pronto se volvió más y más serio, y empecé a publicar noticias y otros
artículos de interés. Pese a su éxito, pasa el tiempo y sigue siendo el único
en su género, lo cual más que reconfortar, preocupa. Además, hay una dejadez
bastante grande por las discográficas y editoriales de promocionar sus
productos en nuestro idioma, y se haría sin realizar ninguna pirueta
costosísima. Lamentable.
¿Por qué Syd Barrett?
Su música es única. Pocos o ninguno de los músicos de su época se le
parecen. Salió de la nada, prácticamente, y su rastro aún sigue sonando. Grupos
como The Jesus and Mary Chain, MGMT, Sidonie o Los Planetas y muchísimos más,
tienen un tinte de Syd Barrett marcado, ya sea en melodías oscuras o en las que
son abiertamente de un tono alegre y/o infantil; Barrett parecía que no estaba
interesado en medias tintas. Su carrera con y sin Pink Floyd, aunque brevísima,
marcó un momento en la música hasta el día de hoy, cuya influencia ha ido in
crescendo.
¿Cómo llegaste a colaborar en The Complete David Bowie?
Por casualidad vi este libro de Nicholas Pegg en una librería en Cambridge,
y lo compré sin pensar. Es extensísimo, y no le sobra una sola página. Tuve una
época en la que fue mi libro de sobremesa… más bien dos, porque decidí leerlo
de nuevo, anotando alguna carencia que otra, corrigiendo… Tenía interés en
verme con Nicholas en Londres y comentarle todas las cosas que yo veía que no
encajaban del todo. Volví a Sevilla para instalarme de nuevo, y aun habiendo
perdido la oportunidad de conocerle en persona, seguí con mi investigación
privada, buscando resquicios en los que aportar algo significativo. Le mandé
mis aportaciones, y le gustaron mucho. Lamentablemente, no siempre ha estado de
acuerdo conmigo. Que él sea el autor del libro no le da siempre la razón.
Frustrante y estimulante. Un orgullo, al fin y al cabo… que no ha acabado. El
libro goza de prestigio y las nuevas ediciones se suceden.
¿En qué consiste tu colaboración?
Básicamente analizo la música, las letras y el material audiovisual, y busco
conexiones dentro y fuera de su obra, desde influencias de otros músicos o en
otros músicos, hasta en otras artes. Al igual que Syd Barrett, pero a su forma,
Bowie tiene la mirada puesta en todos lados. El abanico que suena en su propia
creación es una puerta a grandes, y no siempre famosos, artistas de varias
disciplinas.
¿Has tenido alguna relación personal con los componentes de Pink Floyd?
Mis dos años en Cambridge ocurrieron por casualidad. Tenía una novia inglesa
y nos decidimos mudar a Inglaterra. Es una pena que ocurriera poco después de
la muerte de Syd Barrett… Siempre por casualidad, llegué a conocer a personas
de su círculo más íntimo, de él y de Pink Floyd, que al fin y al cabo eran el
mismo círculo. En cuanto a Syd, sobre todo, conocí a su hermana, conocí a las
mil novias que tuvo, conocí a su primer manager, y el batería de uno de sus
primeros grupos, Those Without, casi llegó a ser mi suegro. Él, Stephen Pyle,
tras su amago en la música en los sesenta, se dedicó a hacer escenarios para
musicales que ya tienen estatus de leyenda (el musical de El Fantasma de la
Ópera, por poner un ejemplo), y otros trabajos para los Rolling Stones,
ACDC, U2… Aquel limón enorme de la gira de Popmart, lo hizo con sus manos.
También conocí a Storm Thorgerson, que ha hecho portadas legendarias de un gran
número de álbumes que todos tenemos en casa. Aquella fue una anécdota algo
desangelada. Para cuando se me dio la oportunidad de conocer unos meses después
a Mick Rock, se me habían pasado las ganas de conocer a otro posible Pitufo
Gruñón de la industria de la música… ¡Error! Una gran persona y muy
divertido, al parecer. De hecho, él mismo arrancó un poster de Syd de la pared
de un bar y me lo dedicó. Cuando me llegó a las manos al día siguiente, no me
lo creía; le bastó mi interés en Syd y en Bowie, a los que conoció en persona y
fotografió para la posteridad.
¿Algún proyecto en mente?
Gracom está ultimando El Tormento del
Erizo, una obra de prosa y verso de la que soy uno de los tres autores. Me
intriga qué puede pasar con él. Lo que sí es seguro es que no debería dejar a
nadie indiferente. Su primera edición se vendió bien, sin publicidad, pero
dentro de un círculo muy pequeño. Esta vez, le daremos su merecido con la
edición definitiva. No estoy seguro si voy a seguir creando literatura, y de
hacerlo, no dependerá de cómo se reciba El Tormento del Erizo. Estoy esperando a arrancar de nuevo con un libro acerca de Syd Barrett, pero
descarto que sea una biografía. La mejor y más completa biografía es Dark
GLobe, de Julián Palacios, y más allá de esta, queda muy, muy poco nuevo
que ver. Hacer un trabajo a la sombra de otro no es un reto, y tampoco una
opción. Así que tengo en mente algo más original que ayude a comprender las
canciones de Syd Barrett.
De entre los artistas que has entrevistado, ¿cuál te ha impactado más?
No es fácil de responder. Anna Calvi no fue fría en el trato, como me
advirtieron, y aportó mucha información de hondo calado. También conseguí
entrevistar a Ingrid Chávez, esta vez por internet, un sueño que tenía desde la
adolescencia. Wim Mertens fue también emocionante, intenso… Lástima que la
grabadora me jugara una malísima partida. Fran Torres, Ruido Pegajoso; me hizo
muchísima ilusión, porque a pesar de que su álbum de debut del ‘99 era una gran
promesa, jamás pensé que volvería catorce años de silencio después con el
discazo que es Sonrisas Pegajosas… De escucha compulsiva.
Por hacernos una idea más profunda de tus gustos musicales. Tres clásicos
internacionales y tres actuales, nacionales e internacionales:
Tres clásicos internacionales… Dejando a mis artistas más estudiados aparte,
y casi el concepto de clásico… no paro de escuchar Dusk, de The The, Scott
4 de Scott Walker, y Sunflower de mis amadísimos Beach Boys. En
cuanto a los actuales, One Breath de Anna Calvi , Happiness de
Sebastien Schuller y The Rough And Rynge de Christian Kjellvander. En
cuanto a los clásicos nacionales, Ante Todo Mucha Calma de Siniestro
Total, Piedras de Duncan Dhu, y el que sea de Triana. En la Cama conAnntona, de Anntona, Un Dígito Binario Dudoso de Hidrogenesse, y Entretelas
de Fon Román son buenísimos ejemplos de música actual con grandes ideas en
España. Merecen una grandísima difusión.
¿Y el panorama musical en la Sevilla?
Sinceramente, están surgiendo bandas que es que quitan el sentí’o. Los News son destructores totalmente en directo, y su Automedication es un discazo como la copa de un pino. The Milky Way Express, impresionan en directo. No me canso de ir a verlos. Estamos viviendo una gran época de artistas de aquí, y de muchos y variados conciertos. Los tiempos han cambiado. Para no parar, vaya.
¿Qué canción estás escuchando ahora mismo?
“Guitar Solo 5” de Neil Young, de la BSO de Dead Man. La tengo en
modo repeat… y justo antes, el BWV 645 de Bach. No sólo de rock vive el
hombre.