martes, 30 de julio de 2019

El Dúo Dinámico en Islago '17 - “El rock siempre es rock, pero no tiene por qué no ser amable”. 29/07/2017



Apareció en REVISTA WEGO (Julio de 2015)

La expectación era grande y engañosamente paradójica, porque después de casi, casi, casi seis décadas de carrera musical, se supone que no debería quedar nadie en España que no haya ido a un concierto del Dúo dinámico, y que las aguas se hubieran calmado, pero con sólo mirar alrededor uno podría constatar que Manuel (de la Calva) y Ramón (Arcusa) han visto y/o han sabido hacer crecer esta marea; padres llevando a sus hijos, hijos llevando a sus padres, grupos de adolescentes ilusionadas, gafapastas con el rostro circunspecto, que apenas si se podían contener morderse las uñas. Este era el panorama que duró una hora más de lo que debía. Estamos hablando de uno de los platos fuertes del Festival Islago, celebrado en Isla Cristina los días 27, 28 y 29 de julio. El Dúo Dinámico, después de su sorpresiva y sorprendente actuación el Sonorama 2016 han vuelto a los escenarios si es que alguna vez se fueron. Y no son ninguna anécdota, ni curiosidad de festival. Vinieron a por todas, y lo consiguieron.

Ramón y Manolo no se dejaron entrevistar al uso. Inquietos, más bien revoltosos, desenfadados, respetuosos y muy cercanos, se interrumpían entre ellos complementándose. Más bien se trató de un intercambio de ideas. A estas alturas, y con el mar cerca, no había rigideces de ningún tipo.

Comenzamos preguntándoles acerca de sus orígenes, que son los del rock en España.

Revista Wego: ¿Cómo se lleva eso de ser los pioneros del rock en España?

Ramón: Éramos fans de la música en general; Chuck Berry, Elvis Presley por supuesto… Fats Domino, Frank Sinatra, nos gustaban los Cinco Latinos. Todo lo moderno que había en España.

Manolo: Y el Modern Jazz Quartet, y The Four Freshmen, cuatro voces que eran la ostia, eran increíbles. Nosotros teníamos un club en Barcelona que inauguramos con compañeros y amigos. Había gente en el club que trabajaba en compañías aéreas y nos traían los discos, y allí en el club los escuchábamos. Teníamos la información antes de que llegara aquí.

Ramón: Era un bar que tenía un sótano un poco ilegal, por decirlo de alguna manera. Había un piano, se bailaba allí. De vez en cuando se hacían Jam Sessions. Gente como Tete Montoliu estuvo allí una vez.

Manolo: Vino a la ciudad una vez Lionel Hampton y le dijimos “Oye tenemos un club de jazz que es la ostia. ¿Quieres tomarte una copilla allí?”. Había un contrabajo de esos grandes y un xilofón. Se volvió loco allí tocando.

Ramón: Nuestra ventaja fue ser los pioneros. Empezamos antes que nadie por casualidad. Fuimos los más vivos. Nos dimos cuenta de aquello y nos gustaba. Además nos sentíamos lo que sentía el mundo como jóvenes. Barcelona estaba más avanzada en este aspecto musical

El Dúo Dinámico ven su profesión de manera diacrónica. Al ser preguntados por el panorama de sus comienzos, lo conectan rápidamente con el presente, pecando de modestia al ponerse a la altura de artistas cuyas canciones pasarán a ser una anécdota en la historia de la música, en contraste con la de ellos:

Manolo: Como en todas épocas y en todas partes hay cosas buenas y malas

Ramón: Cada generación eligió su música. Lo que funciona es, ya has visto, el “Despacito” [la canción del verano, del tal Luis Fonsi]. A pesar de las críticas está hecha fantásticamente. Nosotros somos fans también de lo que está bien hecho y lo comercial, de la canción bien hecha. La de Enrique Iglesias, su anterior, para mí es una copia de “Despacito”.

Manolo: Hay una que me encanta de Enrique “Súbeme la Radio” (risas). Es increíble, es que es rompedora. Es como decir “súbeme la radio que quiero escuchar la canción”. Qué idea más buena.

La carrera del Dúo Dinámico tiene idas y venidas. La última de estas, por medio de la llamada del festival Sonorama del año pasado, en Aranda del Duero. Esto permitió a muchos indies ser más indies que nadie por ser menos indies. De paso fue poner bajo los focos bien brillantes a dos visionarios de la música en España. Nos cuentan lo siguiente de su primera retirada de los escenarios. Mucho de ello tenía que ver con los cantautores:

Ramón: Yo creo que los cantautores en España -voy a decir una burrada, ¿vale? Como tenemos una edad en la que ya podemos decir lo que pensamos- frenaron la creatividad musical, la de los sesenta y setenta, es decir, aparte de Sabina que es un genio y hace música y letra que te mueres, creó una escuela para la música negativa, porque la música para ellos no tenía importancia; las letras eran mucho mejores que la música. Entonces ¿qué pasó? La gente se olvidó de la música. Podemos hablar de cosas políticas, que era un momento importante para la transición y que los partidos políticos, especialmente el PSOE, se apoyaron en esos cantautores y hacían los conciertos para reunirse entre ellos. Eran mítines políticos solapados.

Manolo: La prueba es que ha pasado el tiempo, la política se ha remodelado y ellos han desaparecido.

Ramón: En el año setenta y cinco había dos mil cantautores políticos sociales. Han quedado Serrat y Víctor Manuel.

Manolo: ¿Por qué han quedado? Porque hacen las canciones de puta madre.

Ramón: Muchos músicos al día de hoy han copiado lo malo que tenía la canción protesta porque había menos música, porque estaba dedicado a la letra. Nos retiramos del 72 al 78, y sin venir a cuento de nada - estábamos grabando con Julio Iglesias - nos llamó Pedro Cervera [amabilísimo mánager del Dúo Dinámico desde siempre] y nos dice: “Oye, os quieren para un concierto”. Ya ni nos acordábamos de las canciones, no teníamos músicos ni equipo. Teníamos muy claro que no queríamos volver.

Revista Wego: ¿Cómo se lleva tener un equilibrio entre prestigio y fama?

Ramón: Es como el Guadiana. De repente haces cosas y funciona. Manolo con Carlos Toro hizo “Resistiré”. Eso nos dio nueva vida. Tenemos canciones muertas que son fantásticas. ¿Cómo es que no funcionaron? Porque no era el momento, porque no teníamos exposición al público. Eran momentos más cutres.

Manolo: El otro día hablando con Ramón, coincidimos en una frase: “Cantamos para vivir, no vivimos para cantar”. Cuando no estamos en el escenario somos personas normales pisamos el suelo hay gente que se queda arriba siempre están volando.

En este momento, justo en este momento se acerca una pareja a pedirles hacerse una foto con ellos. Así se desarrolla la charla/entrevista, de manera cómoda y sin prisas. Manolo y Ramón están en un momento en el que no hay prisas, no hay dudas, no hay presiones.

Ramón: Hemos notado un pequeño cambio. Ahora de repente los festivales en toda España se están fijando en nosotros.

Con cinco décadas a la vuelta de la esquina, con idas y venidas de los escenarios, y no sólo por ser los primeros en hacer rock en España, les preguntamos si hay una fórmula para no caer en el olvido, algo en común que una todas las canciones del Dúo Dinámico:

Ramón: Somos muy rockeros. No llevamos chupas de cuero, no ejercemos de rockeros pero tenemos claro que lo que venga bienvenido sea. Tampoco provocamos. Hacemos nuestro trabajo lo mejor posible pero tampoco nos preocupa. El día que esto se acabe, pues nos retiramos.

Ramón: Es como los expertos en bolsa, si supieran lo que dicen que saben sería multimillonarios todos. Tenemos bastante claro que no puedes predecir el futuro. Hemos tratado de hacer siempre nuestro trabajo lo mejor que sabíamos, de la mejor manera que sabíamos. Eso sí, en temporadas nos iba tan bien que nos relajábamos. ¿Para qué vas a estudiar más solos de guitarra o hacer mejores canciones si con lo que haces…? También tenemos veinte años de producciones, canciones y arreglos con Julio Iglesias: “Soy un Truhán, Soy un Señor”, “Pobre Diablo”, “Quijote”...  “Soy un Truhán” sería el “Despacito” de hoy.


En cuanto a un nuevo álbum del Dúo Dinámico, Ramón lo tiene claro, queda prácticamente descartado:

Ramón: ¿Sabes lo que pasa? Hay cosas que nos gusta hacer por arte y otras por dinero, y es así de claro. Tú haces un trabajo y te cuesta seis meses hacerlo bien, y luego si tiene éxito te la van a robar en Internet, se lo van a pasar gratis. Y luego, y si no tienes éxito, ¿para qué lo has hecho? También hay otro tema, cuándo tienes veinte años haces canciones, lo natural, al amor, al tiempo... No podemos cantar “Despacito”. Casi te diría que el chico que lo canta está justito (risas). Hay un tiempo para cada cosa. Podemos hacer un álbum pero para que no tenga repercusión…

Manolo: Hace dos o tres años hicimos un álbum de colaboraciones, con Miguel Ríos, Serrat. Fue doble platino. Cuando sacamos los 20 Éxitos de Oro en el año 81, vendimos 650.000 copias de entrada. Ahora no se venden discos.

Con cierta desazón, había que despedirse de estos dos pioneros. Cuando esta charla/entrevista en un hotel cercano a la playa parecía haber acabado, Ramón se dirige a nosotros para añadir que:

Tampoco podemos presumir de ir de rockeros. Parece que el rockero (ironiza) tiene que ir disfrazado de rockero toda la vida, ser un poco drogata, viviendo en el límite de la vida.  Y nosotros no estamos en el límite de la vida. Hombre no somos santos pero no hemos abusado de la vida. El rock siempre es rock, pero no tiene por qué no ser amable.

Horas después en el Festival Islago aparecieron los músicos del Dúo Dinámico con una especie de popurrí (un medley) instrumental. Luego llegan Manolo y Ramón con un potente “Resistiré”, que supuso en su carrera un doble revival, luego “El Final del Verano”. Había que hacer una llamada al intelecto en este momento, para de verdad entender qué tipo de creadores e intérpretes nos estaban amenizando la noche. El Dúo Dinámico conjugan una perfecta mezcla de popularidad, prestigio y éxito, y prueba de ello es el repertorio de temas tan conocidos en tantos y tantos países de habla hispana. Ya nos habían comentado la siguiente decisión que tomaron en su momento:

Manolo: Un detalle- Hablamos los dos inglés; él porque viene de Estados Unidos yo porque lo hablo de pequeñito. Nunca grabamos en inglés.

Ramón: Bueno sí grabamos una canción, una versión de “Amor de Verano”, y “Oh, Carol” que no ha salido publicada.

Manolo: Lo tuvimos bien claro; estamos en España cantamos en español, para el mercado de Sudamérica, en español también.

“El Final del Verano” supo a que en realidad acababa de empezar. El ritmo no decayó en ninguna de las breves obras maestras, canciones de inocencia, que diría William Blake. La frescura aquellas canciones sigue intacta en sus voces, esclavas en un par de ocasiones de los fallos de los monitores. Aún así, está más que claro que las harmonías del Dúo están totalmente presentes, sin haber perdido un ápice. Allí quedaron, por ejemplo, “Quince Años” y “Esos Ojitos Negros” y la imagen clásica de ambos, Manolo a la voz, Ramón a la voz y la guitarra. Uno de los temas que más brillaron por su interpretación fue “Como Ayer”, y dos especialmente en la voz del público, no sólo porque sí, sino también por ser relativamente inesperados; “Soy un Truhán, Soy un Señor” y (probablemente el momento álgido del recital) el “La, la, la” del que hizo polémica el régimen de Franco en voz e idioma de Serrat, y que Massiel llevó a la cima de Eurovisión cuando Eurovisión era Eurovisión.

Bien es verdad que los dos grandes teclistas del grupo merecían un equipo menos moderno, más orgánico, pero este es el tipo de detalle que sólo, menos mal, el crítico debe fijarse, y que para nada ensombreció una actuación ilusionante, cálida, humana, llena de ocurrencias, con falsos comienzos en falso, con dedicatorias a la mujer, “que sin ellas no seríamos nada”, con sonrisas sobre el escenario y en el público durante todo momento. “Perdóname” y “Quisiera Ser” cerraron una noche inolvidable de una veintena de temas que llevan décadas sonando no sólo en los oídos de la gente.

Tal talla artística se merecía un festival mejor llevado. Islago tuvo el sabor de ser un hermano mayor, pero sólo en tamaño, al Anfirock, también de Isla Cristina. La localidad está de suerte, sobre todo con este último. También estuvo de suerte el público, radiante, y los artistas, viéndose correspondidos. Tras el Dúo Dinámico, rock amable y agradecido, de manos y voz de Rosendo.



Un buen extracto de la velada:



jueves, 21 de mayo de 2015

Maximilian Hecker - Entrevista y actuación en Privatclub, Berlín



Apareció en REVISTA DISTOPÍA (marzo 2015)

Y en mi habitación
toco algunas canciones
para ella mientras se desnuda.
Pero mientras canto empiezo a pensar
En cómo siempre acabo creando
Esta tontería pseudoglamorosa de nuevo.
Y por la mañana sentiré tanto dolor.
Otra vez triste en Gangnam…
“Gangnam Misery” de Spellbound Scenes of My Cure (2015)

En un país asiático, una luz potente cae sobre un escenario. Allí, Maximilian Hecker con el torso desnudo toca al piano una canción mientras desde la oscuridad donde se encuentra el público se suben al escenario un grupo de asiáticas extasiadas a toda prisa, rodeándole respetuosamente mientras él sigue cantando.

MH - Empezó como una broma, como una especie de acto a lo Iggy Pop, pero fuera de lugar, digamos. Quizá pueda significar una manera de mostrar mi vulnerabilidad y de no esconder nada ante el público.

Maximilian Hecker nació en 1977 en Heidenheim, Alemania, y es uno de esos artistas que dejan una huella indeleble. El título de su primer álbum hablaba por sí mismo. Aquellas canciones de amor infinito, sencillas y profundas fueron el comienzo de un estilo personal que apenas ha variado en sus ocho álbumes sin que hasta el momento haya sido capaz de cansar. Reconocido en Europa, en Asia es todo un fenómeno de masas. Viajamos para escucharle directo en una fría noche de enero berlinés, bajo la oscuridad y los focos del elegante Privatclub. Maximilian nos desveló en exclusiva los alfas y los omegas de su creación de la manera más sincera y menos trivial posible.


Distopía - ¿Qué es lo que te lleva a escribir canciones?
MH - Escribo canciones para sobrevivir emocionalmente, necesito desbloquear el camino a mi alma con la ayuda de la música para finalmente expresar lo más profundo de mis anhelos, el de liberar mi alma de mi cuerpo, la búsqueda de lo infinito sin ataduras materiales, el anhelo de unirme a la totalidad perdida. El psicoanálisis lo explicaría como el deseo de volver a ser parte del Objeto A, para llenar el vacío que dejó. Jamás he estado interesado en cambiar mi estilo ni forma de producción. Sólo estoy interesado en las canciones y, en mi opinión, mejorar su enfoque. Mi sonido está condicionado por la fragilidad de mi voz y mi manera de cantar. Desde siempre me ha encantado la producción de The Man Who de Travis y el sonido de los discos de Nick Drake. Supongo que en la mayoría de mis álbumes he intentado acercarme al universo de esos dos modelos. Mis temas son siempre los mismos, me temo; la inhabilidad de amar, el aislamiento, el anhelo, la sumisión, la obsesión, la paz, la eternidad, por nombrar algunas palabras clave.

D – ¿Qué le ocurre a Asia con Maximilian Hecker?
MH - En teoría, puedo estar equivocado, creo que mi música y el pop del este asiático tienen un enfoque similar, el ansia de liberarse de uno mismo de ataduras. También está el tema de las emociones intensas, que en el entorno patriarcal y disciplinado sólo puede liberarse a través de la imaginación y el arte. Cuanto más reprima el día a día las necesidades más narcisistas e individualistas, más se necesita una válvula de escape, creando un mundo paralelo. Esta válvula de escape emocional, sobre todo en el este de Asia, es el arte. La mayoría de sus películas, la música pop e incluso los anuncios son muy románticos y melodramáticos, y tratan casi exclusivamente de los anhelos del ser humano, sobre todo los románticos. La razón por la que me identifico con ello tanto, y viceversa, es que en mi vida diaria, también, tengo obstáculos para sentir. En mi vida diaria soy estricto, cohibido y racional, y esto parece reprimir mis emociones y bloquear el camino a mi alma. 


Parece que represento, para el este asiático, una imagen atípica de masculinidad, porque canto como una mujer [Hecker usa mucho y bien el falsete], y además, tengo una sensibilidad femenina. Sin embargo, ser un sensiblón es precisamente lo opuesto a lo que se espera del hombre asiático. No obstante, mis rasgos faciales, mi barba de tres días no hacen de mí una mujer precisamente, por lo que el resultado puede ser un contraste bien interesante. En el este asiático soy más como un ídolo que ante mis seguidores europeos. Este fenómeno de fans es diferente en Europa. Según mi experiencia, en el este de Asia la gente se siente orgullosa de ser fan, lo muestra abiertamente y se siente feliz por ello. Cada vez que estoy en Asia de gira o de promoción me tratan como a un ídolo, y me encuentro con que, eso pienso, la gente prefiere mirar a la “sombra hermosa y noble” que proyecto en lugar de la persona que soy en la vida diaria. Esto me inquieta y mucho. Me es difícil que me admire gente que no me conoce. De todos modos, es parte de mi trabajo y mi vida, y no me quejo. Encuentro maneras de enfrentarme con el problema.

Maximilian Hecker ha celebrado la entrada del año con Spellbound Scenes of My Cure, otro grandísimo acierto en la misma línea de sus trabajos. El artista nos desvela más detalles de su última creación, una especie de obra conceptual.  

MH - Cada canción trata de un lugar específico de la Tierra; “To Liu Wen, The Opposite House, 3 a.m.” (Beijing), “Love Hotel Hill” (Tokyo), “Gangnam Misery” (Seoul), “Partyworld” (Taipei), “Pearly River Gates” (Hong Kong), “Battery Park” (New York) y “Aoyama’s Glow” (Tokyo). En ellas busco la proximidad de ninfas inalcanzables, instantes en los que el tiempo parece detenerse, un supuesto glamour, un supuesto amor. En otras palabras, lo que busco es la salvación en el mundo exterior. “Untouchable (Kastrup part II)”, “Hennigsdorf” y “Kastrup” (que se pueden considerar metáforas de un aislamiento voluntario) representan la conclusión del álbum, el final de mi búsqueda, haber encontrado una nueva habilidad para encontrar la salvación en mí en el contexto de mis habituales viajes para escapar a oscuros y poco habitados pueblos; Hennigsdorf, al norte de Berlín, y Kastrup, el pequeño pueblo donde está el aeropuerto de Copenhague. Me sorprendo al ser capaz de encontrar salvación y liberación… Liberación de los fantasmas de mi pasado, de mi imagen reflejada en mis semejantes, de mis limitaciones sociales. Nadie puede alcanzarme, mirarme, juzgarme o tocarme en estos lugares, y me siento en un refugio,  abrazado por la soledad de Kastrup y Hennigsdorf, y soy capaz de aceptarme y descubrir un amor hacia mí que antes estaba oculto.


La música de Maximilian Hecker posee un caracter muy singular. Podría decirse que suena como a Sigur Ros, pero con los pies en la tierra, y sin embargo, apuntando al cielo, algo así como los momentos de más sensibles de Coldplay cuando era Coldplay, o Radiohead cuando era Radiohead. En cuanto a contenido, como comprobamos en esta entrevista, está profundamente ligado a la vida interior del artista. Temáticamente, la gran mayoría de sus temas destilan una melancolía infinita, con alguna delicatesen como excepción; “Silly Lily, Funny Bunny” llegó a usarse en un anuncio de telefonía. Este caudal de desdicha casi continua encierra cierta paradoja, aunque estemos hablando de quien crea melodías perfectas con títulos como los días son largos y llenos de dolor o versos devastadores como los de “Today” de su primer álbum:

Y hoy acabaré con mi vida.
Y hoy mi corazón dejará de latir.
Y hoy dejaré el mundo atrás.
Y hoy te perderé para siempre.


MH - No soy una persona ni depresiva ni melancólica. A mí modo, mi música trata de éxtasis, de gozo. Para mí, éxtasis significa ser capaz de sentir. Significa tener intensas y profundas emociones, da igual que sean alegres o tristes. Significa volcarse en emociones melodramáticas. Significa vivir a través del rito de iniciación de una profunda agonía y sentirse libre como nunca cuando esta acaba... es decir,  catarsis. Esto es lo que yo entiendo por éxtasis. En mi vida diaria tengo problemas a la hora de sentir. Mi personaje “sin sentimientos”, disciplinado y racional reprime mis emociones y bloquea el canal de mi alma. Como dije antes. Mi música finalmente me permite desbloquear este canal. Me permite comprender mi alma, mi verdadero yo. Me permite por fin ser libre.


La actuación de Hecker en el Privatclub berlinés fue memorable. Alto, delgado, frágil y elegante, Hecker es un dandy del siglo XXI, y se mueve entre lo divino y lo humano, entre lo narcisista y el exceso de modestia, entre la decadencia, la elegancia de su edén particular, y queda patente tanto en sus canciones como con su presencia y sus palabras. En el escenario, y como reflejo de su carácter sensible e irónico, leyó durante una media hora extractos de The Rise and Fall of Maximilian Hecker, arrancando tanto silencios profundos como risas. El libro, algo más que una autobiografía en planteamiento, contenido y forma, explora los dudosos beneficios de la fama, los rigores del mundo de la música, sus exigencias y la autoexigencia del autor con su creación, y todo ello enmarañado en una montaña rusa, la de sus sentimientos.

MH - No se trata de un título irónico. El libro no trata de altibajos en mi carrera, sino interiores. El ascenso, el momento de despertar, ocurrió en Taipei, en el verano de 2006, cuando al enamorarme de una cantante taiwanesa mi visión del mundo y mi forma de ser parecieron cambiar. Por primera vez en mi vida [Hecker tendría unos veintinueve años] tuve la sensación de haber madurado. Desgraciadamente, consideré a aquella mujer la causa de todo sin entender que lo que sentía en mí era parte de mi ser. Así que cuando ella puso fin a nuestro amor, rápidamente volví a ser el inmaduro de antes. La “caída” trata de mi obsesión con volver a encontrar la puerta de ese “paraíso interior perdido”.


La actuación fue intensa, inspiradora y emocionante, y muy superior a más de una grabación oficial y no oficial. Al piano principalmente, y a la guitarra acústica, el artista desgranó, básicamente, uno a uno los temas de Spellbound Scenes of My Cure. Entre algunas de las canciones desaparecía para dejar como protagonista a la proyección en una pantalla del escenario, de  pequeños cortos para ilustrar las canciones y la narración de la acción interior que relata en su último álbum. No faltó el humor fino, la ironía, y brillaron sobre todo “Gangnam Misery”, quizá el mejor de sus últimos temas, “Kastrup” y el cierre con “I’ll be a Mountain, I’ll be a Virgin”. Tras la actuación, Hecker firmó discos y libros, dirigiéndose a los asistentes muy amable y educadamente. Mientras, en la elegante y oscura sala de fumadores, los peces gordos de la discográfica Kitty-Yo murmuraban entre caladas y sorbos, poniendo precio a lo que no lo tiene. 

Ya fuera, hacía incluso más frío que antes, pero dentro de nosotros quedaba un sentimiento intenso, bello, agridulce pero cálido. No está mal para quien se considera una “disléxica estrella del pop”, ¿no? Ni media fecha para verle en directo en España de nuevo. Si ya nos parecía buena idea visitar Berlín para conocer y escuchar a Hecker en directo, ya tenemos otra razón. A la mañana siguiente y sin razón alguna, nos acordamos de “Help Me”.

jueves, 5 de marzo de 2015

Entrevista Antonio Jesús Reyes 8 Pistas - La Inestimable Labor del Crítico de Música

Con Andrés Herrera "Pájaro" y el ilustrador Juan Miguel Moreno Yagüe



Por Dr. Charles 25/06/2014
Apareció en 8Pistas

En nuestro país existen grandes plumas en la crítica musical. Hace poco leía en el libro de Ignacio Juliá “Artículos y entrevistas (1982-2004)” que en uno de sus debates televisivos había tenido que escuchar la típica frase por parte de uno de los contertulios “la crítica rock está en vías de extinción, las nuevas generaciones de escribas han rebajado el listón profesional escribiendo reseñas y crónicas a cambio de discos y conciertos, son manifiestamente incapaces de elaborar un artículo de fondo“. Según el propio Ignacio este fue uno de los motivos por el que se decidió a terminar ese compendio de su propia obra en forma de libro, para mi gusto muy recomendable, aunque a veces peca un poco de egocéntrico.

Como profesional dedicado a esto durante años y padeciendo los males de esta profesión desde que tengo uso de razón, no tengo más que negar dicha frase. Me parece que ninguno de nosotros quiere eso y que hay grandísimos profesionales trabajando en activo, más o menos conocidos, pero que por desgracia se ven en la tesitura de asimilar una serie de condicionantes si quieren seguir curtiéndose como periodistas. Porque en una cosa sí que estoy de acuerdo con Ignacio Juliá, el creé en la inducción más que en la deducción. Por eso hoy os presentamos, con una sugerente entrevista, a una de esas plumas que nos deleitan cada día con sus palabras y que desgraciadamente, como suele ocurrir en este país, es mayoritariamente desconocido incluso para sus propios lectores: Antonio Jesús Reyes, director de Sólo en las Nubes, redactor en Achtung!,Distopía yDecireves, y coescritor de El Tormento del Erizo, su primera obra literaria.

8Pistas: Lo primero que nos interesaría saber es como llega alguien a convertirse en periodista musical. ¿Qué proceso vital necesita una persona para llegar a la conclusión de querer dedicar su vida a investigar y compartir su visión de esta maravillosa locura que es la música?

AJ: Tenía que ser esto y no otra cosa. Como entretenimiento principal siempre he tenido la música. Eso me llevó a leer críticas. Un paso más allá fue darme cuenta de que muchas parecían un tratado de física cuántica más que un relato de qué ocurrió y cómo, es decir, que me sentía frustrado cuando yo presenciaba esos eventos y lo que leía era una mera descripción fría y sosa. Desde siempre había fantaseado con escribir crónicas musicales y reseñas de álbumes, por eso siempre las había hecho mentalmente, de modo que cuando comencé a escribir, me di cuenta de que ya tenía tablas… De todos modos, yo no di el primer paso. Primero fue Decireves de México, luego Achtung Magazine de Galicia, quienes habiendo visto mi trabajo del blog de Solo en Las Nubes, me ofrecieron un espacio. He tenido suerte con ellos, y pienso que estoy apretando las teclas correctas… por ahora, porque hay que seguir aprendiendo siempre. Lo que hoy a mí me vale, quizá mañana ya no me satisfaga.

¿Compensan las miles de horas frente al ordenador? ¿los cientos de horribles discos que habrás tenido que escuchar? ¿las decepciones casi continuas con los distintos estratos de la industria musical?
Sí que compensa cuando transmites algo, no mera información ni comentarios pretenciosos y ocurrencias que no tienen gracia. Cuando alguien me ha dicho “Es como si hubiera estado allí”, es que he hecho bien mi labor, y no es fácil, de hecho no deja de sorprenderme, porque me parece una tarea imposible. Evidentemente, tengo que modular mi entusiasmo cuando la actuación no es merecedora del público. Ocurre poco, pero lo hago notar de una manera u otra.
En cuanto a discos horribles, no recibo ninguno de ninguna discográfica. Sobre todo escribo acerca de artistas que ya conocía. Digamos que soy más de música regressive. Avanzo en el tiempo, pero a pasos pequeños, y esto sólo ocurre cuando veo una actuación de algún artista actual que de verdad me llega, como por ejemplo Marina Gallardo. Cuando me he visto en la obligación de ir a un festival de artistas actuales en el que apenas conocía a casi ninguno, me he tenido que poner bien las pilas antes, durante y después. Me he llevado muy gratas sorpresas, por supuesto.
Decepciones con ciertos estratos de la industria, sí. Hay una especie de pseudoseñorío en ciertas personas que no comprendo, porque en realidad, ellos son los que no comprenden que cuando un crítico va a un concierto, no nos engañemos, no significa que vaya a disfrutarlo como el que está al lado. Tienes que tomar notas, luego en casa rellenar lagunas mentales, grandes lagos, mares  y océanos para llegar a eso que en realidad quieres contar… Es un trabajo que requiere concentración y memoria, algo que en ciertas ambientes de celebración, es dificilísimo de cultivar.


Cuéntanos de qué se trata Solo en Las Nubes
El blog, que ya tiene cuatro años, surgió como manera de llenar el vacío que hay en español en internet acerca de Syd Barrett, miembro fundador y alma mater de los comienzos de Pink Floyd. Empecé colgando un par de curiosidades, pero muy pronto se volvió más y más serio, y empecé a publicar noticias y otros artículos de interés. Pese a su éxito, pasa el tiempo y sigue siendo el único en su género, lo cual más que reconfortar, preocupa. Además, hay una dejadez bastante grande por las discográficas y editoriales de promocionar sus productos en nuestro idioma, y se haría sin realizar ninguna pirueta costosísima. Lamentable.

¿Por qué Syd Barrett?
Su música es única. Pocos o ninguno de los músicos de su época se le parecen. Salió de la nada, prácticamente, y su rastro aún sigue sonando. Grupos como The Jesus and Mary Chain, MGMT, Sidonie o Los Planetas y muchísimos más, tienen un tinte de Syd Barrett marcado, ya sea en melodías oscuras o en las que son abiertamente de un tono alegre y/o infantil; Barrett parecía que no estaba interesado en medias tintas. Su carrera con y sin Pink Floyd, aunque brevísima, marcó un momento en la música hasta el día de hoy, cuya influencia ha ido in crescendo.

¿Cómo llegaste a colaborar en The Complete David Bowie?
Por casualidad vi este libro de Nicholas Pegg en una librería en Cambridge, y lo compré sin pensar. Es extensísimo, y no le sobra una sola página. Tuve una época en la que fue mi libro de sobremesa… más bien dos, porque decidí leerlo de nuevo, anotando alguna carencia que otra, corrigiendo… Tenía interés en verme con Nicholas en Londres y comentarle todas las cosas que yo veía que no encajaban del todo. Volví a Sevilla para instalarme de nuevo, y aun habiendo perdido la oportunidad de conocerle en persona, seguí con mi investigación privada, buscando resquicios en los que aportar algo significativo. Le mandé mis aportaciones, y le gustaron mucho. Lamentablemente, no siempre ha estado de acuerdo conmigo. Que él sea el autor del libro no le da siempre la razón. Frustrante y estimulante. Un orgullo, al fin y al cabo… que no ha acabado. El libro goza de prestigio y las nuevas ediciones se suceden.

¿En qué consiste tu colaboración?
Básicamente analizo la música, las letras y el material audiovisual, y busco conexiones dentro y fuera de su obra, desde influencias de otros músicos o en otros músicos, hasta en otras artes. Al igual que Syd Barrett, pero a su forma, Bowie tiene la mirada puesta en todos lados. El abanico que suena en su propia creación es una puerta a grandes, y no siempre famosos, artistas de varias disciplinas.

¿Has tenido alguna relación personal con los componentes de Pink Floyd?
Mis dos años en Cambridge ocurrieron por casualidad. Tenía una novia inglesa y nos decidimos mudar a Inglaterra. Es una pena que ocurriera poco después de la muerte de Syd Barrett… Siempre por casualidad, llegué a conocer a personas de su círculo más íntimo, de él y de Pink Floyd, que al fin y al cabo eran el mismo círculo. En cuanto a Syd, sobre todo, conocí a su hermana, conocí a las mil novias que tuvo, conocí a su primer manager, y el batería de uno de sus primeros grupos, Those Without, casi llegó a ser mi suegro. Él, Stephen Pyle, tras su amago en la música en los sesenta, se dedicó a hacer escenarios para musicales que ya tienen estatus de leyenda (el musical de El Fantasma de la Ópera, por poner un ejemplo), y otros trabajos para los Rolling Stones, ACDC, U2… Aquel limón enorme de la gira de Popmart, lo hizo con sus manos. También conocí a Storm Thorgerson, que ha hecho portadas legendarias de un gran número de álbumes que todos tenemos en casa. Aquella fue una anécdota algo desangelada. Para cuando se me dio la oportunidad de conocer unos meses después a Mick Rock, se me habían pasado las ganas de conocer a otro posible Pitufo Gruñón de la industria de la música… ¡Error! Una gran persona y muy divertido, al parecer. De hecho, él mismo arrancó un poster de Syd de la pared de un bar y me lo dedicó. Cuando me llegó a las manos al día siguiente, no me lo creía; le bastó mi interés en Syd y en Bowie, a los que conoció en persona y fotografió para la posteridad.

¿Algún proyecto en mente?
Gracom está ultimando El Tormento del Erizo, una obra de prosa y verso de la que soy uno de los tres autores. Me intriga qué puede pasar con él. Lo que sí es seguro es que no debería dejar a nadie indiferente. Su primera edición se vendió bien, sin publicidad, pero dentro de un círculo muy pequeño. Esta vez, le daremos su merecido con la edición definitiva. No estoy seguro si voy a seguir creando literatura, y de hacerlo, no dependerá de cómo se reciba El Tormento del Erizo. Estoy esperando a arrancar de nuevo con un libro acerca de Syd Barrett, pero descarto que sea una biografía. La mejor y más completa biografía es Dark GLobe, de Julián Palacios, y más allá de esta, queda muy, muy poco nuevo que ver. Hacer un trabajo a la sombra de otro no es un reto, y tampoco una opción. Así que tengo en mente algo más original que ayude a comprender las canciones de Syd Barrett.

 

De entre los artistas que has entrevistado, ¿cuál te ha impactado más?
No es fácil de responder. Anna Calvi no fue fría en el trato, como me advirtieron, y aportó mucha información de hondo calado. También conseguí entrevistar a Ingrid Chávez, esta vez por internet, un sueño que tenía desde la adolescencia. Wim Mertens fue también emocionante, intenso… Lástima que la grabadora me jugara una malísima partida. Fran Torres, Ruido Pegajoso; me hizo muchísima ilusión, porque a pesar de que su álbum de debut del ‘99 era una gran promesa, jamás pensé que volvería catorce años de silencio después con el discazo que es Sonrisas Pegajosas… De escucha compulsiva.

Por hacernos una idea más profunda de tus gustos musicales. Tres clásicos internacionales y tres actuales, nacionales e internacionales:
Tres clásicos internacionales… Dejando a mis artistas más estudiados aparte, y casi el concepto de clásico… no paro de escuchar Dusk, de The The, Scott 4 de Scott Walker, y Sunflower de mis amadísimos Beach Boys. En cuanto a los actuales, One Breath de Anna Calvi , Happiness de Sebastien Schuller y The Rough And Rynge de Christian Kjellvander. En cuanto a los clásicos nacionales, Ante Todo Mucha Calma de Siniestro Total, Piedras de Duncan Dhu, y el que sea de Triana. En la Cama conAnntona, de Anntona, Un Dígito Binario Dudoso de Hidrogenesse, y Entretelas de Fon Román son buenísimos ejemplos de música actual con grandes ideas en España. Merecen una grandísima difusión.

¿Y el panorama musical en la Sevilla?

Sinceramente, están surgiendo bandas que es que quitan el sentí’o. Los News son destructores totalmente en directo, y su Automedication es un discazo como la copa de un pino. The Milky Way Express, impresionan en directo. No me canso de ir a verlos. Estamos viviendo una gran época de artistas de aquí, y de muchos y variados conciertos. Los tiempos han cambiado. Para no parar, vaya.

¿Qué canción estás escuchando ahora mismo?
“Guitar Solo 5” de Neil Young, de la BSO de Dead Man. La tengo en modo repeat… y justo antes, el BWV 645 de Bach. No sólo de rock vive el hombre.