lunes, 22 de abril de 2013

The Beach Boys - Una Carrera Sobre Las Olas Del Tiempo


Apareció en Achtung!

Cuando se habla de The Beach Boys, existe y existirá el prejuicio de su nombre, tan descriptivo. Al igual que un sándwich, los Beach Boys son un grupo de surf, lo dejaron de ser, y volvieron a serlo. El brillantísimo trabajo que realizaron en medio haría sorprenderse hasta al más suspicaz. No sólo su nombre lleva equívocos. Esta reunión en 2012 no significa la vuelta de sus miembros al estudio y a los escenarios, porque ninguno, por separado, ha dejado de tocar en directo y grabar desde 1961. Es su regreso juntos y en armonía, nunca mejor dicho.
Tres hermanos, Brian, Dennis y Carl Wilson, el primo Mike Love, y dos amigos, Alan Jardine y David Marks formaron la banda original oficiosamente cuando mientras los padres de los Wilson estaban de vacaciones los chicos no tuvieron mejor idea que alquilar instrumentos para ensayar lo que fue su primera demo, “Surfin’”. Viviendo a unos ocho kilómetros de la costa, sabían de la nueva moda de este nuevo deporte y lee dedicaron su primer y humilde éxito, reeditado hasta casi la saciedad, y ya un clásico de la música. Los chicos siguieron avanzando cosechando éxitos y recorriendo los EEUU con himnos centrados en la manera de vivir de un deporte, que ninguno, salvo Dennis Wilson, practicaba. Ironías del rock and roll. La fórmula era casi impensable y única: Unir la música surf, por aquel entonces preeminentemente instrumental, y darle la magia de las armonías vocales de The Four Freshmen, amén del ritmo del genio del rock and roll, Chuck Berry. Tal combinación no sería nada sin la mente y el corazón de Brian Wilson, que dotó a aquella invención de melodías eternas. Tres fueron los álbumes que en sólo dos años cubrieron esta temática, y no en todos y cada uno de los temas. Clásicos como “Surfin’ Safari“, Surfin’ USA“, “Surfer Girl“, “Hawaii”, y la intimista “In My Room” pertenecen a esta época. Fin de la etapa surf propiamente dicha. Es 1963.


En sus siguientes dos álbumes se centraron, de la misma forma que con los anteriores, en las aventuras y desventuras de los jóvenes, esta vez con coches de carreras. Más clásicos y éxitos: “Little Deuce Coupe“, “Don’t Worry Baby” “409” y un largo etcétera. Estos trabajos no sólo demostraron la calidad de Brian Wilson como compositor (ayudado de manera incierta por Mike Love). También son el diario de crecimiento de un genio, un creador de melodías para siempre, algo que se iría probando álbum tras álbum. All Summer Long (1964) parecía el adiós a estas dos etapas, esta vez juntas y revueltas. Además de la maestría arreglando las voces y componiendo, este trabajo apunta más allá en la producción musical, del que Brian sería adalid hasta hoy en día. Today y sobre todo Summer Days and Summer Nights (ambos de 1965) y los clásicos que albergan para la posteridad serían los trabajos que en este aspecto destacarían sobre los demás, y es que, la escalada en la ambición sonora estaba comenzando; la ‘Invasión Británica’ de los EEUU por grupos ingleses había empezado. Lejos de ser un peligro para Brian, esto se tornó en un desafío. El descanso en la producción que supuso The Beach Boys Party (también de 1965), primer álbum de los que se llamarían con el tiempo ‘unplugged’, no era nada más que para coger fuerzas para componer y arreglar Pet Sounds (1966), álbum que marcó un antes y un después en la historia de la música pop. Sin embargo el mundo de la banda no era harmónico. Brian tenía que luchar contra la facción del grupo que quería volver a hacer haciendo melodías acerca del verano, coches y surf. Por si fuera poco, y añadido a esto, Brian no cesaba de crear. El peso de llevar toda la fuerza creativa de los Beach Boys (llevaba diez discos en seis años, habiendo salido de gira con la mayoría de ellos), proyectos paralelos y, su fragilidad mental añadida al uso de sustancias psicotrópicas que tanto han dañado al mundo de la música empezarían a pasar factura, pero no aún.


La escalada sonora entre los Beatles y los Beach Boys no parecía tener fin. A cada trabajo de uno, el otro le superaba. Aquí fue cuando Brian puso una distancia enormísima con un tema que hasta supera la etiqueta de canción, Good Vibrations. ¿Cuál sería el próximo paso? Brian empezó a crear una obra de extremada complejidad y belleza. Un año de elaboración que quedó en nada. SMiLE se quedó al 97% de su elaboración, y era el álbum que originalmente contendría “Good Vibrations”. Iba a ser crucial, dejaría al mundo boquiabierto por su producción, por sus melodías, por su originalidad. Un mes después de que SMiLE fuera cancelado por problemas internos en la banda y asuntos legales, los Beatles sacaron su Sgt. Pepper (junio de 1967), cumpliendo las expectativas que SMiLE buscaba. Los Beach Boys habían perdido la carrera. Aquí es donde comienzan los años ignorados de la historia de los Beach Boys, tal y como los conoce la mayoría de la gente. Lo que viene a continuación es una serie de brillantísimos álbumes aún por descubrir. La causa era fácil. Los tiempos habían cambiado, y sólo el nombre de la banda echaba atrás a un público con su mirada en nuevas músicas como la de Jimi Hendrix, Pink Floyd o The Doors. La solución a corto plazo fue concentrarse en el mercado europeo. La banda seguiría pese a sus esfuerzos pasada de moda a pesar de haber cambiado sus canciones, pero no sus armonías vocales. Sus álbumes desde la debacle de SMiLE nos siguen presentando a una banda deslumbrante e imaginativa, a pesar de tener a un Brian Wilson cada vez más a la retirada. Smiley Smile (1967), el primero sin Brian como productor, es un trabajo casi a cappella inusual, surrealista y lleno de unas armonías vocales gloriosas. Wild Honey(1967) es bastante más reaccionario, pero lleno de grandes temas. Friends (1968) y 20/20 (1969), cierran admirablemente una década de música con la que muchos músicos soñarían.


Los años setenta comienzan con una obra maestra que pocos alcanzaron a oír, y que no ha llegado a ese estatus hasta que no han pasado los años. Esta fue la época en la que Dennis Wilson afirmó: “Por culpa de la intención de unos pocos dinosaurios mentales en explotar nuestro éxito inicial, el enorme talento de Brian no se ha llegado a apreciar totalmente en América, y el potencial del grupo no queda a la vista. Si los Beatles hubieran sufrido el mismo tipo de tergiversación no hubieran pasado de cantar “Please, Please Me” y “’I Wanna Hold Your Hand”, dando saltos en sus trajes de Beatle”. Ningún single que hayas escuchado en la radio, está en Sunflower (1970). El álbum significa en términos generales una vuelta al sonido preciosista de Pet Sounds, sin que suene como éste. “Add Some Music to Your Day”, Our Sweet Love y “Cool, Cool Water” siguen demostrando la valía de Brian Wilson como genio, y otras composiciones de los demás miembros ponen de manifiesto la fuerza compositiva creciente de los demás, que quedará demostrada en Surf’s Up (1971), Carl And The Passions – “So Tough” (1972) y Holland (1973), tres álbumes que van a ir paulatinamente acercándose al sonido del rock de los años setenta, pero con la magia de las voces de los Beach Boys. En ellos, como miembros oficiales, aparecieron dos sudafricanos familiarizados con las lindes del nuevo sonido del rock, Ricky Fataar y Blondie Chaplin. Estos álbumes contienen maravillas de Brian como Surf’s Up” (rescatado de SMiLE), “Til I Die”, “A Day In The Life Of A Tree”, “Marcella” o “Sail On, Sailor”, e incluyen un repertorio creciente de los demás miembros.


Al cumplir la banda quince años, Brian Wilson vuelve a los mandos de la producción con 15 Big Ones (1976), que incluía quince temas, algunos nuevos y otros, versiones de favoritos de la banda. En él, están las armonías vocales de siempre, que seguirían sin cansar, pero algo endurecidas ya del paso del tiempo. Esto, lejos de impedir su disfrute, otorgó cierta fuerza a las canciones, cuya producción no está a la altura de de Pet Sounds. No obstante es indiscutible que al igual que con Love You (1977), de similar sonido, es un trabajo difícil pasar por alto pese a las limitaciones que ambos encierran. Los siguientes dos trabajos, M.I.U. y L.A. (de 1978 y 1979) han sido siempre maltratados por la crítica obsesionada con la maquinaria sonora de Brian Wilson. Ambos, junto con algún bache, no parecen haber sido apreciados por aquellos que buscan en un disco de estos californianos volver al sonido de los sesenta. Quizá darían su visto bueno de no llevar el nombre de los Beach Boys en sus portadas.

Sus discos desde el año 1980 a 1996 son, con sus excepciones escondidas entre los negros surcos de sus vinilos, son evitables. Sin embargo su popularidad en esta época creció enormemente hasta el punto de ser llamados hasta el día de hoy la banda de música americana por excelencia. Volvían a estar presentes en el mundo de la música gracias a sus álbumes de grandes éxitos de veinte años atrás. También, ya en los noventa, aparecieron en lugares donde no es necesario que los músicos se metan, como alguna que otra serie de televisión y alguna colaboración con celebridades de quita y pon que mejor olvidar. Y es que esta es la época en la que sus álbumes ya entran fuera del alcance total de Brian, con un Mike Love al frente empeñado en volver a la temática que les llevó a la fama: Verano, surf, chicas, coches. La historia acaba con el grupo quedando poco a poco a ser relegado una parodia de sí mismos, con camisas veraniegas de dolorosísimos colores. Su éxito y popularidad volvieron a ser enormes, pero de muy poco lustre con el paso del tiempo.

¿Y qué hacía Brian mientras? Recuperarse de su salud mental escapándose de las fauces de un psicólogo más que controvertido e irse afianzando poco a poco con trabajos en solitario, siendo Brian Wilson (1988) su primera obra, que aunque adolece en momentos de la producción de la época, nos trae a un Brian lleno de grandísimas canciones. El mundo quedó perplejo cuando en el año 2004 Brian Wilson y su banda de directo, The Wondermints, con la que llevaba desde 1999 sacando su obra con y sin los Beach Boys a los escenarios, sacaron SMiLE de gira. Poco después lo hicieron en el estudio de grabación, ensamblando las canciones y acabando los flecos de éstas, que quedaron huérfanas desde hacía casi cuarenta años. El resultado fue asombroso. Poco hacía presagiar que crearía una obra inmensa como That Lucky Old Sun (2008), su mejor trabajo en solitario, con el mismo espíritu compositivo de SMiLE, aunque diferente en sus planteamientos sonoros y sin dejar atrás los arreglos vocales de su anterior banda. Mal momento para un disco así, lleno de optimismo, cuando la industria de la música parecía concentrarse en músicos con problemas de drogas y sus desventuras. Siguiendo la tónica, That Lucky Old Sun viajó en concierto por todo el mundo.
La muerte de los otros dos hermanos Wilson, Dennis y Carl en 1983 y 1998 respectivamente, y las constantes disputas en los tribunales para sacar jugosas tajadas, parecían dejar entrever que los rumores en 2011 acerca de la reunión de los Beach Boys quedarían en nada. Sin embargo, en este mismo año, el SMiLE original había ensamblado y publicado para deleite y asombro de varias generaciones. No podía haber un signo más positivo para nuevos planes.
 
Pues bien, los chicos de la playa (ahora ya sabemos que son mucho más que esto) han publicado recientemente un magnífico trabajo llamado That’s Why God Made The Radio (junio de 2012), que cumple con creces los sueños de todos sus  seguidores, de los que sólo los conocen por sus recopilatorios de grandes éxitos o de los que se saben de memoria sus trabajos en estudio. Brian a la producción y la casi totalidad de la composición. La magia continúa con ellos. Una exitosísima gira mundial va a tener a estos veteranos sobre los escenarios del mundo hasta al menos septiembre. Gente de todas las edades sigue coreando y bailando un océano de grandes y grandísimos éxitos, y otros que lo deberían haber sido.

Definitivamente, este verano es más verano que otros.



viernes, 19 de abril de 2013

En Concierto - The Beach Boys en Barcelona (23 de Julio de 2012)


Poble Spanyol
Barcelona
23/07/12
Apareció en Achtung
Fotos: Mónica Do-allo.

La expectación en la Ciudad Condal era grande, y no era para menos. Los miembros fundadores de The Beach Boys juntos por primera vez en casi veinte años, a cincuenta de su firma con Capitol Records estaban a punto de tocar el escenario. Dos días antes, habían tocado en Hoyos del Espino (Ávila), y ahora el lugar fue el museo al aire libre del Poble Espanyol, en la montaña de Montjuïc, donde un julio de 2005 ya había tocado Brian Wilson. Las colas enormes ya eran enormes antes de una hora del concierto. Las reseñas de anteriores conciertos buenísimas, y así fue en Barcelona también. Con un repertorio de cuarenta y cinco temas (grandes éxitos en su mayoría, y grandes ignorados también), poco lugar tuvieron los asistentes al concierto que llenaron totalmente el lugar para echar de menos algunos temas del repertorio cambiante de esta gira.


La media hora de retraso del comienzo del espectáculo estuvo aderezada con un hilo musical de clásicos, casi todos de los sesenta, como The Ronettes, Glen Campbell o The Turtles. Buena manera de ir calentado el ambiente de la tarde, en la que el calor no fue un problema. Tras algún escarceo, la banda que hizo y hace historia en la música pop apareció por fin con el descriptivo “Do It Again”, aquel single que les debió haber vuelto a su fama cuando ésta empezaba a decaer, cuando los tiempos musicales estaban cambiando para ellos. Un total de trece músicos pobló el escenario, armados de todos los instrumentos que eran necesarios para presentar en vivo temas tan distintos como “Little Honda” y cualquiera de Pet Sounds. El arma definitiva de las dos generaciones de músicos era evidentemente las voces. No olvidemos que los Beach Boys es una banda eminentemente vocal, y en este sentido no decepcionaron. Pese a tener a un Brian Wilson ajado por el tiempo y la ausencia de sus hermanos fallecidos, las harmonías clásicas estuvieron presentes y Brian tuvo, como era de esperar, sus momentos de gloria, siempre parapetado tras un piano blanco, y un gesto hierático en su rostro la mayoría del tiempo. En general, sin muchos arreglos diferentes a los originales, los trece músicos supieron actualizar el sonido y darle más vigor, el necesario para presentarlos en vivo y responder a la energía que el público entregado totalmente emitía.

El repertorio no tenía desperdicio. Sus primeros ocho temas fueron sus himnos tan coreados desde siempre dedicados al surf, que acabaron con “It’s OK”, single aún por descubrir por la mayoría del público medio, con Brian cantando su glorioso ‘find a ride, find a ride’ que cerraba la canción y así, la primera parte, que sin pausa dio paso a otros superclásicos como “You’re So Good To Me”, que fue bien recibida por el público nada más empezar. “Getcha Back” un tema de los ochenta también fue bien recibido, pese a ser de sus últimos discos, aquellos que nos dejaron con ganas de más o de mejor.
Alan Jardine mantiene intacta la energía vocal de antaño, al igual que Bruce Johnston, que no cesó de animar al público. David Marks, que fue expulsado del grupo surrealistamente en 1964 por el primer manager de la banda, el padre de los Wilson, manejó la guitarra sacando nuevos solos, muy diferentes en estilo a los de antaño. Mike Love fue el protagonista de la noche, aceptémoslo, el tan polémico y guasón cantante de la voz nasal, pese haber protagonizado episodios que no deberían pertenecer al mundo de la música en múltiples tribunales, no ha parado de llevar el nombre de la banda con más popularidad que prestigio. Mike saludaba y hacía gestos a los que ocupaban las primeras filas. También dirigió unas palabras al público poniendo a prueba con Alan su pronunciación de ‘bona nit’, saludando a su sobrino Kevin Love, de los Minnesota Timberwolves, que asistía al recital. También unas palabras dedicadas a la soberanía del pueblo catalán. Así es Mike. Los fans odian amarle o aman odiarle. El caso es que se metió al público en el bolsillo con tal comentario, y una gran ovación llenó el lugar.
El repertorio siguió corriendo. Alan animó al público a que ayudaran con las harmonías de “Come Go With Me” y “Why Do Fools Fall In Love”, para deleite de todos los presentes. Era un hecho consumado, ya en este momento, la unión de público y grupo.

Poco después, llegó el momento de aquellos temas de jóvenes y sus coches de carreras, que culminaron con “I Get Around”, cerrando la temática. La intimista “In My Room” le siguió, y luego sonaron un grupo de canciones de los setenta que sin que llegaran a escalar en las listas de ventas, el tiempo las ha llenado de renombre, como “All This Is That” o “Sail On Sailor”, un himno a resistir en tiempos difíciles y seguir adelante, con Brian a la voz principal (¡Quién mejor que él!), que también interpretó la siguiente, “That’s Why God Made The Radio”, la única canción de su último álbum en el concierto. Después, dos temas inesperados, o casi, “Heroes And Villains” y el clásico de The Mammas And The Pappas,California Dreaming”, sencillo en 1986. Sin pausa alguna aún, una sección del repertorio fue directa a Pet Sounds, del que “Wouldn’t  It Be Nice” fue una de las más coreadas por los presentes en todo el concierto. Luego,  la legendaria “Good Vibrations”, y muchos más temas históricos por ver y vivir, como “California Girls” (“Catalunya Girls” para Mike). Parecía acabar todo con los inevitables “Barbara Ann” y el inevitable “Surfin’ USA”. Ni quince minutos y volvían con tres temas más, poniendo final a la velada con “Fun, Fun, Fun”. La banda se despidió de los presentes y el hilo musical sonó de nuevo. Su instrumental “Summer Means New Love” marcaba el final de un concierto para no olvidar.

Los que seguimos las andanzas de esta gira echamos de menos la pantalla en la que en otros conciertos se han proyectado a los Wilson fallecidos, Carl y Dennis, con la voz aislada de la grabación original para que la banda interpretara con ellos “Good Vibrations”  y una de las mejores baladas del grupo, firmada por Dennis, “Forever”, un tema llamado a ser un clásico no sólo de la banda.
La veteranía, ventaja y desventaja del grupo, hizo de la actuación una lección a las generaciones presentes y venideras. Estamos hasta arriba en las radiofórmulas de grupos que nunca llegarán a cumplir los cincuenta años actuando, y sus canciones durarán poco en nuestros oídos y corazones. Todo esto está cumplido por los Beach Boys. Por si fuera poco, pertenecen a una generación que cogió la herencia del rock and roll y lo transformó a su gusto con la vista puesta en las listas de ventas y, adrede o no, para permanecer en la historia de la música, para dejar una huella permanente.

El tiempo y el directo le ha dado la razón, y lo demostraba lo heterogéneo del público, con un rango de edades que comprendían el mismísimo aniversario que el grupo trajo a Barcelona. Dos menuditas italianas de apenas diecinueve años ataviadas con camisetas amarillas con el logo de la banda, y junto a ellas, una pareja de avanzada edad de California daban fe de ello. Al igual que con su último disco, el recital fue una mezcla de añoranza y carpe diem por igual, y sin lugar a la nostalgia mal llevada.
Los que allí nos congregamos nos emocionamos, saltamos y bailamos durante dos horas y veinte minutos de actuación. La generación de hoy en día, debería tomar nota de estos chicos de la playa, no tan chicos ya ni tan playeros como muchos piensan.

Al bajar de Montjuïc, en la mente de algunos asistentes la broma fácil que tuvimos que oír por parte de los que sólo asocian al grupo con su edad y un vacuo elenco de ideas mal concebidas. Aquellos que se burlaron cuando les anunciamos que íbamos a ver a estos pioneros se lo han perdido.

Quien ríe el último, ríe mejor, y sin duda, este era nuestro gran y flamante momento.  Sus canciones que son la promesa de un lugar y un tiempo mejor nos llenaron los oídos y el corazón. Y no es de extrañar, ya que casi todas vienen de alguien que, credos a un lado, afirmó:
“Lo que me ha permitido seguir adelante es lo mismo que me hizo escribir “Surfin’” hace tantísimos años. Quería escribir música optimista que hiciera sentir bien a quien la escuchara. Música que ayude y que cure, porque creo que la música es la voz de Dios”
Y por eso Dios creó a los Beach Boys, pensamos más de uno.