Poble Spanyol
Barcelona
23/07/12
Apareció en Achtung
Fotos: Mónica Do-allo.
La expectación en la Ciudad Condal era grande, y no era para menos. Los miembros fundadores de The Beach Boys juntos por primera vez en casi veinte años, a cincuenta de su firma con Capitol Records estaban a punto de tocar el escenario. Dos días antes, habían tocado en Hoyos del Espino (Ávila), y ahora el lugar fue el museo al aire libre del Poble Espanyol, en la montaña de Montjuïc, donde un julio de 2005 ya había tocado Brian Wilson. Las colas enormes ya eran enormes antes de una hora del concierto. Las reseñas de anteriores conciertos buenísimas, y así fue en Barcelona también. Con un repertorio de cuarenta y cinco temas (grandes éxitos en su mayoría, y grandes ignorados también), poco lugar tuvieron los asistentes al concierto que llenaron totalmente el lugar para echar de menos algunos temas del repertorio cambiante de esta gira.
La media hora de retraso del comienzo
del espectáculo estuvo aderezada con un hilo musical de clásicos, casi
todos de los sesenta, como The Ronettes, Glen Campbell o The Turtles.
Buena manera de ir calentado el ambiente de la tarde, en la que el
calor no fue un problema. Tras algún escarceo, la banda que hizo y hace
historia en la música pop apareció por fin con el descriptivo “Do It Again”,
aquel single que les debió haber vuelto a su fama cuando ésta empezaba a
decaer, cuando los tiempos musicales estaban cambiando para ellos. Un
total de trece músicos pobló el escenario, armados de todos los
instrumentos que eran necesarios para presentar en vivo temas tan
distintos como “Little Honda” y cualquiera de Pet Sounds.
El arma definitiva de las dos generaciones de músicos era evidentemente
las voces. No olvidemos que los Beach Boys es una banda eminentemente
vocal, y en este sentido no decepcionaron. Pese a tener a un Brian Wilson
ajado por el tiempo y la ausencia de sus hermanos fallecidos, las
harmonías clásicas estuvieron presentes y Brian tuvo, como era de
esperar, sus momentos de gloria, siempre parapetado tras un piano
blanco, y un gesto hierático en su rostro la mayoría del tiempo. En
general, sin muchos arreglos diferentes a los originales, los trece
músicos supieron actualizar el sonido y darle más vigor, el necesario
para presentarlos en vivo y responder a la energía que el público
entregado totalmente emitía.
El repertorio no tenía desperdicio. Sus
primeros ocho temas fueron sus himnos tan coreados desde siempre
dedicados al surf, que acabaron con “It’s OK”, single aún por descubrir por la mayoría del público medio, con Brian cantando su glorioso ‘find a ride, find a ride’ que cerraba la canción y así, la primera parte, que sin pausa dio paso a otros superclásicos como “You’re So Good To Me”, que fue bien recibida por el público nada más empezar. “Getcha Back”
un tema de los ochenta también fue bien recibido, pese a ser de sus
últimos discos, aquellos que nos dejaron con ganas de más o de mejor.
Alan Jardine mantiene intacta la energía
vocal de antaño, al igual que Bruce Johnston, que no cesó de animar al
público. David Marks, que fue expulsado del grupo surrealistamente en
1964 por el primer manager de la banda, el padre de los Wilson, manejó
la guitarra sacando nuevos solos, muy diferentes en estilo a los de
antaño. Mike Love fue el protagonista de la noche,
aceptémoslo, el tan polémico y guasón cantante de la voz nasal, pese
haber protagonizado episodios que no deberían pertenecer al mundo de la
música en múltiples tribunales, no ha parado de llevar el nombre de la
banda con más popularidad que prestigio. Mike saludaba y hacía gestos a
los que ocupaban las primeras filas. También dirigió unas palabras al
público poniendo a prueba con Alan su pronunciación de ‘bona nit’,
saludando a su sobrino Kevin Love, de los Minnesota Timberwolves, que
asistía al recital. También unas palabras dedicadas a la soberanía del
pueblo catalán. Así es Mike. Los fans odian amarle o aman odiarle. El
caso es que se metió al público en el bolsillo con tal comentario, y una
gran ovación llenó el lugar.
El repertorio siguió corriendo. Alan animó al público a que ayudaran con las harmonías de “Come Go With Me” y “Why Do Fools Fall In Love”, para deleite de todos los presentes. Era un hecho consumado, ya en este momento, la unión de público y grupo.
Poco después, llegó el momento de aquellos temas de jóvenes y sus coches de carreras, que culminaron con “I Get Around”, cerrando la temática. La intimista “In My Room”
le siguió, y luego sonaron un grupo de canciones de los setenta que sin
que llegaran a escalar en las listas de ventas, el tiempo las ha
llenado de renombre, como “All This Is That” o “Sail On Sailor”,
un himno a resistir en tiempos difíciles y seguir adelante, con Brian a
la voz principal (¡Quién mejor que él!), que también interpretó la
siguiente, “That’s Why God Made The Radio”, la única canción de su último álbum en el concierto. Después, dos temas inesperados, o casi, “Heroes And Villains” y el clásico de The Mammas And The Pappas, “California Dreaming”, sencillo en 1986. Sin pausa alguna aún, una sección del repertorio fue directa a Pet Sounds, del que “Wouldn’t It Be Nice” fue una de las más coreadas por los presentes en todo el concierto. Luego, la legendaria “Good Vibrations”, y muchos más temas históricos por ver y vivir, como “California Girls” (“Catalunya Girls” para Mike). Parecía acabar todo con los inevitables “Barbara Ann” y el inevitable “Surfin’ USA”. Ni quince minutos y volvían con tres temas más, poniendo final a la velada con “Fun, Fun, Fun”. La banda se despidió de los presentes y el hilo musical sonó de nuevo. Su instrumental “Summer Means New Love” marcaba el final de un concierto para no olvidar.
Los que seguimos las andanzas de esta
gira echamos de menos la pantalla en la que en otros conciertos se han
proyectado a los Wilson fallecidos, Carl y Dennis, con la voz aislada de
la grabación original para que la banda interpretara con ellos “Good Vibrations” y una de las mejores baladas del grupo, firmada por Dennis, “Forever”, un tema llamado a ser un clásico no sólo de la banda.
La veteranía, ventaja y desventaja del
grupo, hizo de la actuación una lección a las generaciones presentes y
venideras. Estamos hasta arriba en las radiofórmulas de grupos que nunca
llegarán a cumplir los cincuenta años actuando, y sus canciones durarán
poco en nuestros oídos y corazones. Todo esto está cumplido por los Beach Boys.
Por si fuera poco, pertenecen a una generación que cogió la herencia
del rock and roll y lo transformó a su gusto con la vista puesta en las
listas de ventas y, adrede o no, para permanecer en la historia de la
música, para dejar una huella permanente.
El tiempo y el directo le ha dado la
razón, y lo demostraba lo heterogéneo del público, con un rango de
edades que comprendían el mismísimo aniversario que el grupo trajo a
Barcelona. Dos menuditas italianas de apenas diecinueve años ataviadas
con camisetas amarillas con el logo de la banda, y junto a ellas, una
pareja de avanzada edad de California daban fe de ello. Al igual que con
su último disco, el recital fue una mezcla de añoranza y carpe diem por
igual, y sin lugar a la nostalgia mal llevada.
Los que allí nos congregamos nos
emocionamos, saltamos y bailamos durante dos horas y veinte minutos de
actuación. La generación de hoy en día, debería tomar nota de estos
chicos de la playa, no tan chicos ya ni tan playeros como muchos
piensan.
Quien ríe el último, ríe mejor, y sin duda, este era nuestro gran y flamante momento. Sus canciones que son la promesa de un lugar y un tiempo mejor nos llenaron los oídos y el corazón. Y no es de extrañar, ya que casi todas vienen de alguien que, credos a un lado, afirmó:
“Lo que me ha permitido seguir adelante es lo mismo que me hizo escribir “Surfin’”
hace tantísimos años. Quería escribir música optimista que hiciera
sentir bien a quien la escuchara. Música que ayude y que cure, porque
creo que la música es la voz de Dios”
Y por eso Dios creó a los Beach Boys, pensamos más de uno.
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